¿Qué hay que esperar de una película de terror? ¿Sustos, sangre, órganos, tensión? En busca de la fórmula perfecta, muchas propuestas cinematográficas se han estrellado bajo este género. Así, se entiende que este sea un terreno tan atrayente como temido (nunca mejor dicho). El público parece disfrutar culpablemente de muchas películas terroríficas aún cuando la crítica no suele apoyarlas demasiado. O por lo menos así era hasta ahora.
Este 2016, varios directores han presentado obras de terror verdaderamente escalofriantes y aterradoras, con un estilo personal de puro cine. Más que hablar de grandes títulos, habría que hablar de grandes nombres. Incluso, más que hablar de grandes tramas (que también), habría que hablar de magníficas realizaciones. Este año, el cine de terror ha tenido nombres y apellidos claros, y estos son algunos de ellos.
Para empezar, el caso de una película de que a pesar de ser del año 2015 llegó en Marzo de este año a los cines españoles. Se trata de la aclamada incursión del estadounidense Robert Eggers a las tradicionales leyendas inglesas de brujería, con su debut La Bruja. Una película modesta, más de drama psicológico y personajes, pero con secuencias y elementos verdaderamente aterradores (el carnero es más que inquietante). Cocida a fuego lento, el director prepara un cuento espeluznante, de esos que sin elevar mucho el sonido te perturba por dentro. Las mayores alabanzas fueron tanto para su director y guionista (Mejor director en Sundance) como para su joven y revelación actriz protagonista, Anya Taylor-Joy (Mejor interpretación revelación en los Premios Gotham).
Si algo se agradece de La Bruja es que sea una historia original, algo que últimamente parece escasear bastante. En esa misma línea, Fede Álvarez volvía a escribir y dirigir terror, esta vez ya sin basarse en un clásico del género, como hizo en su debut de 2013 Posesión Infernal. Lo que sí repite en No Respires de aquella es actriz protagonista (magnífica Jane Levy) y un tono in crescendo con pocos personajes pero mucha traca por soltar. Desde un comienzo más de thriller hasta un desarrollo apoteósico y perturbador, el espectador se olvidará más de una vez de respirar. Y fueron más de uno los que lo hicieron, ya que con apenas 10 millones de dólares de presupuesto el film recaudó más de 150 millones.
Un caso similar es el del sueco David F. Sandberg con Nunca apagues la luz. En su debut en el largo, adaptando su famosísimo cortometraje con la gran Warner Bros, consiguió un total de 148 millones de dólares partiendo de un presupuesto de apenas 5 millones. Así, la fórmula del terror de bajo presupuesto – grandes beneficios sigue más que vigente, sin que poco dinero signifique poca calidad, sino mayor aprovechamiento de los recursos.
Otra de las grandes bazas de Nunca apagues la luz es contar como productor con el visionario del terror James Wan. De hecho, él también ha contribuido a la consolidación del género este año con la segunda parte de Expediente Warren. Mismos protagonistas, mismo director, mismo éxito. Con más drama de personajes pero con secuencias tan aterradoras como la de monja (al igual que con Annabelle, spin-off en camino), el director mantiene su pulso certero para jugar con la tensión del espectador. También en el terreno de las secuelas, aunque en este caso con un precedente para nada tan bueno, llegaba a finales de octubre a las salas Ouija: El Origen del Mal. ¿Hacer segunda parte de la típica película juvenil de “terror” solo porque funcionó bien en taquilla? Solo Mike Flanagan podía llevar esto a buen puerto. Tras adaptar logradamente su magnífico corto a la gran pantalla en Oculus: El espejo del mal (2013), el director llegó a romper las reglas del juego: nada de adolescentes protagonistas ni contexto moderno. En su lugar, la película cuenta la historia de una madre con una hija adolescente y una más pequeña en plenos años 60. Con un buen uso del contexto, la historia y los personajes, el director sabe cómo contar el relato para generar terror del bueno, del de ocultar cosas, mover la cámara en el momento correcto y saber qué mostrar y qué no. Toda una sorpresa, de esas que este género puntualmente ofrece.
Como se advertía antes, la temida “secuelitis” es un peligro muy frecuente en el terror, aunque también hay quien sabe luchar contra él. James DeMonaco ha logrado una trilogía muy personal de su famosa purga con el cierre de Anarchy: La Noche de las bestias, que sigue conquistando a crítica y público. Una aventura
durante una noche, con una ácida y cruda crítica a la sociedad de clases, abordando un punto de vista en cada purga, que ya está preparando una cuarta entrega y su salto a la televisión. La que no se ha librado de este problema ha sido Blair Witch. Ni siquiera tener al responsable del festín sangriento de Tú eres el siguiente (2011) ha librado a esta secuela oficial de El proyecto de la bruja de Blair (1999) de la quema. Apenas ha logrado 40 millones de dólares de recaudación, y la crítica no ha sido muy favorable con ella, pero lo cierto es que aunque la película no sea para tirar cohetes su realizador Adam Wingard y sus futuras obras son algo más que reseñable. Muy pronto, se podrá disfrutar gracias a Netflix de su adaptación del famoso manga y anime Death Note.
Por último, ya que estamos en un terreno un tanto dubitativo, se podrían incluir dos películas que están al límite del género con otras dos grandes cabezas pensantes detrás. Por un lado, el director más independiente Nicolas Winding Refn proponía su personal y excéntricamente visual punto de vista del peligro del mundo de la moda. The Neon Demon pasó muy por encima en nuestras carteleras y la crítica se ensañó bastante con ella, pero desde luego que hay un enorme trabajo de composición de una estética y un tono personal. También, el español afincado en Hollywood Jaume Callet-Serra recreaba su propia Tiburón con Blake Lively viviendo un Inferno Azul. Todo un buen thriller de supervivencia en el mar con todo lo crudo que realmente puede llegar a ser un drama de tal calibre.
Con este último ejemplo se cierra así una lista que casa perfectamente con los propósitos de estas fechas. Por un lado, rememorar todo lo acontecido a lo largo del año y dar la oportunidad de disfrutar de experiencias desaprovechadas (como pueden ser estas películas). Por otro lado, también sirve para hacer empezar a poner la mira en lo que traerá el próximo año 2017. Si todo sale bien, ¿quién sabe de qué estrenos estaremos hablando dentro de un año?