Crítica de "Un monstruo viene a verme"
Foto: ecartelera.com.com

 El director catalán Juan Antonio Bayona ha demostrado que es uno de los directores más importantes del panorama actual con tan solo tres trabajos. Con “El Orfanato” (2007), Bayona nos presentó su sello de autor, además de su capacidad de construir historias emocionantes partiendo del profundo amor que tiene una madre hacia su hijo, y que también se repite en “Lo Imposible” (2012), su segunda obra, y ahora en “Un monstruo viene a verme”.

Basada en la novela infantil homónima de Patrick Ness, el director ha elegido este cuento para cerrar una trilogía marcada por los niños y sus madres. En todos sus trabajos, Bayona ha conseguido que el espectador conecte con sus relatos, a pesar de no ser filmes brillantes y que son un poco tramposos, aparentando ser más espectaculares de lo que realmente son. Con “Un monstruo viene a verme” pasa algo parecido.

La cinta busca ser más adulta que el cuento en el que se basa, mostrando la terrible enfermedad que sufre el personaje de Felicity Jones, la madre del protagonista, y que encara el cáncer como pocos largometrajes lo han hecho. Además, trata de una forma bastante correcta temas de gran actualidad, como el bullying que sufre el protagonista por parte de sus compañeros de clase.

Lo mejor de la película son las intensas escenas con el padre, siendo imposible que no se escape ninguna lágrima.

El problema de “Un monstruo viene a verme” es su sentimentalismo desmesurado, las ganas de Bayona de hacérselo pasar mal al espectador con un exceso de dramatismo. El film provoca llantos porque la historia es muy triste, pero no porque haya una conexión emocional con lo que contemplamos en la pantalla.

Además, las partes en las que aparece el monstruo son bastantes aburridas, sacando de contexto a la historia y con unos efectos especiales mejorables, empezando por el diseño del monstruo. Las secuencias de animación no generan ninguna emoción, y las conversaciones entre el niño y el árbol son bastante largas. Por tanto, el aliciente que debería suponer el árbol parlante, se convierte en un estorbo.

Valoración: 3/5

Lo mejor: los momentos del niño con su padre y la interpretación de Lewis MacDougall.

Lo peor: las historias que el monstruo le cuenta al niño. 

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