La actual situación explosiva del partido Socialista no deja indiferente a nadie. Los continuos descalabros electorales ha hecho que las posturas entre la cúpula y los llamados “barones territoriales” se hayan enfrentado más y más, llegando a una situación insostenible. Pero más allá de esta disputa interna, que sin duda nos va a dar mucho que hablar en los próximos días, esta tesitura no deja indiferente a los líderes de los principales partidos nacionales.
En primer lugar, encontramos a Podemos, que quizás sea el partido más interesado en el devenir del Partido Socialista. Su líder no ha dudado salir en la defensa del actual secretario general del PSOE, escribiendo ayer en su cuenta de Twitter que “hacer caer a un secretario general con las bases es un fraude”. Más allá de que no deja de ser llamativo esta afirmación cuando él mismo ha destituido a miembros de su partido elegidos por las bases, este tweet deja clara la postura de Iglesias, y del propio Podemos, respecto al intento de destitución de Pedro Sánchez. No quieren que Pedro se vaya. La estrategia de Podemos se basa en acabar con el PSOE, convirtiéndose así en la principal alternativa al Partido Popular, y para ello, necesitan que un líder débil y sin carisma, incapaz de ganar debate alguno, siga al frente del mismo. Ésa ha sido la intención de los dirigentes de Podemos desde el pasado 20 de diciembre, tratando de conseguir el famoso sorpasso que tanto se les resiste, y que se puede alejar con la caída del líder socialista. Pablo necesita a Sánchez para conseguir su objetivo, y sabe que su caída abre la puerta a la llegada de líderes fuertes como Susana Díaz que refloten al partido y que no duden en atacar con mayor acierto los planteamientos podemitas. Pablo sabe que no tiene nada que hacer con un PSOE fuerte que saque sus vergüenzas, porque a pesar de su actual debilidad, sigue manteniendo un electorado fiel que lo mantienen como segunda fuerza política, y que sin duda crecería rápidamente con un nuevo líder más carismático.
En segundo lugar, en el otro lado del espectro político, la caída de Sánchez también se observa con preocupación. Un líder débil favorece al Partido Popular. La estrategia del miedo de los populares se sustenta en la posibilidad de un pacto PSOE-Podemos (la anunciada llegada del frente popular), o de la posibilidad de la llegada al gobierno de Podemos dada la situación debilidad de los socialistas. Si el PSOE resurge, la estrategia del miedo se desvanece, ya que se reduce la posibilidad del sorpasso, además de que se tendería a la concentración del voto de la izquierda que podría poner en jaque la posición de liderazgo de los populares. Por ello a Mariano, al igual que a Pablo, le conviene que el líder socialista mantenga su puesto.
Por último, incluso en el centro político la caída de Sánchez puede tener efectos relevantes. La llegada de un nuevo líder más centrado, que deje clara las diferencias entre el PSOE y Podemos y se niegue al pacto con los mismos puede poner en peligro la ya delicada posición de Ciudadanos. Un resurgimiento del PSOE que defienda la unidad de España manteniendo sus postulados socialdemócratas puede empujar a los de Albert Rivera hacia la derecha, desalojándolos así de la posición centrista que tratan de mantener. Es un riesgo importante que puede costar numerosos diputados a Ciudadanos en unas hipotéticas elecciones. Por ello a Albert, al igual que a los líderes de los demás partidos señalados, le interesa que Pedro sea fuerte y aguante.
En todo caso, estos efectos en los distintos partidos nacionales queda sujeto a la transición que se gestione la salida de Pedro Sánchez de la secretaría general, y de la persona que sea finalmente elegida para dirigir el partido. Una situación de inestabilidad interna sin duda no supone un peligro para las demás fuerzas políticas, sino una oportunidad más para que Podemos siga engullendo electorado socialista y el Partido Popular aumente aún más su ventaja en el caso de nuevas elecciones. De esta forma, está en las manos de los dirigentes socialistas cambiar el panorama político actual, bien rescatando al partido del pozo donde se encuentra, o bien terminando de firmar su sentencia de muerte.