La ciudad de Punta del Este (Uruguay) inauguró la tercera edición de los premios más importantes del cine iberoamericano. Una cita que va cogiendo importancia en el circuito internacional pese a su corta historia. La gala, que tuvo una audiencia de cerca de 600 millones de espectadores, ha sido recibida con cierta frialdad por la mayor parte del público ya que la ciudad uruguaya mostraba un aspecto descorazonador ahora que el continente se encuentra en temporada baja de turismo. Muchas son las voces que vienen mostrando su disconformidad con la manera que tiene el cine iberoamericano de copiar las voluptuosas galas yankis.
La que sí brillo con luz propia fue la película venezolana El abrazo de la serpiente que con 7 premios se convirtió en la protagonista de la noche. La película dirigida por Ciro Guerra (premiado) se hizo con el premio a la mejor película iberoamericana así como al mejor sonido, montaje, guión, música, fotografía y dirección artística cumpliendo así todas las apuestas. La película tiene lugar entre la modernidad y la tradición indígena donde Karamakate es un viejo chamán que se ve sorprendido por un investigador estadounidense. Capaz incluso de disputarle el Oscar a la impresionante El hijo de Saúl, la película de Guerra ha triunfado en todo el panorama internacional.
Ixcanul, otra de las favoritas, pudo hacerse con el platino a la mejor opera prima. La cinta de Jayro Bustamante cuenta el drama rural de una joven guatemalteca que es obligada a casarse con solo 17 años. Algo más se esperaba de El Clan de Pablo Trapero que tuvo conformarse con el premio a su actor principal, Guillermo Francella. Solo con el premio al mejor guión original se hizo la película de Pablo Larraín, El club, otra de las grandes sensaciones del panorama iberoamericano que fue incluso nominada al Globo de Oro y premio en el Festival de Berlín. Su arriesgada apuesta documental sobre los casos de pederastia no convencieron al jurado. El legendario director Patricio Guzmán se hizo con el premio al mejor documental por El botón de Nacar.
Dolores Fonzi se hizo finalmente con un premio merecidísimo por su papel en Paulina donde interpreta a una abogada que es atacada en un suburbio mientras desempeña labores sociales.
El actor Ricardo Darín recibió con un auditorio puesto en pie el premio de Honor por su laboriosa carrera. De nuevo el actori quiso animar al talento iberoamericano a no venderse a las grandes producciones de Hollywood y seguir adelante en la construcción de una identidad cinematográfica propia. Rigoberta Menchú entregó el premio al Cine y Educación en Valores, de nueva creación en esta edición, a la película brasileña Una segunda madre, de Anna Muylaert.
Terminó la III gala de los premios Platino con el anuncio de que será Madrid la que acogerá la IV gala de premios en 2017.