Hay melodías que en algunos videojuegos se hacen muy pegajosas y que inmediatamente relacionamos con dicho juego. Por ejemplo, Mario Bros, ¿A quién no se le viene a la cabeza el típico turututurutut tu? (Si lo escucharan, podrían entenderlo, pero supongo que estamos pensando en la misma canción).
Sin embargo, pocas personas se preocupan de las canciones, y es que cuando sale un nuevo juego se investiga qué tal los gráficos, la historia y la jugabilidad. Siempre queda claro que todo eso está muy bien, pero la música es en lo último que normalmente se piensa (si es que se piensa en ello). Muchas personas creen que todo el mundo (incluyéndonos a esta redacción) deberían darle más importancia a este aspecto porque la música, como dijo un gran compositor, nos acompañará durante toda la vida y podrá hacer de nuestra aventura algo épico o no.
¿Y por qué escribir sobre esto? Pues porque se subió a YouTube una repetición de "The Legend of Zelda: Symphony of the Goddesses" que se realizó en el teatro Cariola el sábado 7 de mayo y mucha gente al ver el espectáculo, quedó sin palabras.
Además de la música archiconocida (y otras melodías que no tanto), pero ahora tocada con cientos de instrumentos, había una pantalla donde se proyectaban imágenes que iban acorde a la música, donde a veces estaba ese Link pequeño y cabezón de ojos grandes, luego el más estilizado pero con los bordes algo cuadrados y después el primero que salió de aventuras, ese que con unos pocos pixeles formaba el cuerpo entero. Lo mejor es que las imágenes contaban la historia y la música iba sincronizada. Un golpe de Link, un golpe al timbal y así con todo. Contaron todas las historias por las que había pasado el personaje por el videojuego en poco más de una hora, mientras los asistentes aplaudían al final de cada canción y se emocionaban al comienzo de otra. A veces reían, a veces estaban en la punta del asiento, pero siempre atentos a lo que ocurría en la pantalla (que probablemente ellos mismo habían jugado antes) y a las melodías que los envolvía.
Es que de verdad, con tantos instrumentos y la emoción del público, uno realmente aprecia el esfuerzo de Koji Kondo al crear esta música, y queda simplemente darle las gracias por hacer algo tan especial e inolvidable para un videojuego.
El ejemplo de este concierto se puede aplicar a miles de bandas sonoras de videojuegos que han calado hondo en el corazón de muchos jugadores.
Como las banda sonora del Metal Gear Solid, temas llenos de solemnidad y con una posibilidad brutal de reescucha. Melodías infecciosas con puntos techno creadas por el equipo sonoro de Konami. La profundidad de la historia se trasladaba a la música con cierta extravagancia, pero hablamos de 1997.
O los temas de la banda sonora de la saga Final Fantasy, nadie puede describir con palabras escritas lo que les ha hecho sentir un juego así, con un apartado musical de tanta calidad. En realidad: ¿alguien puede? Si se pudiera transmitir por palabras lo mismo que se siente al vivirlo en primera persona, una de dos: o la música no es para tanto, o ya la habías escuchado previamente, y lo que haces al leer una opinión no es seguir sus palabras, sino recordar tus propias sensaciones.