Con una historia en la que la familia y los animales se entrecruzan en un relato frío y amargo el director islandés Hákornason se presenta ante el mundo. Sus credenciales no han podido ser más positivas: premio especial a la mejor película "Un Certain Regard" en Cannes y la Espiga de Oro en Valladolid la convierten en una de las favoritas para la temporada de premios en el circuito internacional.
La historia que se convierte en cuento por momentos se centra en la oveja como eje conductor de la historia que cobra mayor importancia cuando se cuenta la relación entre los hermanos. Se trasmite un amor por la naturaleza inusitado, con planos amplios en los que el paraje se convierte en el principal protagonista de la cinta. Es la tierra y el arraigo a ésta la que se lleva el peso fílmico de la película, ambos personajes están ligados a ella de una forma casi metafísica. Kiddi y Gummi (los protagonistas) se hallan totalmente aislados de la modernidad, como si se hubieran estancado en las fauces del trabajo manual, una labor que en los tiempos contemporáneos se va volviendo más her,itaña. Los personajes se encuentran vacios sin su mayor y principal ocupación, es lo que les une a su pasada y a su vida.
Otro de los puntos clave es la relación entre los hermanos, tratado de forma magistral por el director y la que la afinidad entre ellos aumenta conforme la situación con las merinas va a peor. Las ovejas y la lucha por salvarlas son el punto que encuentra el autor para narrar una relación un tanto turbia pero que al final se vuelve enternecedora.
Con un ritmo propio del cine europeo, con planos fijos y sin agresivos movimientos de cámara la película recuerda a Dreyer en sus amargos dramas rurales. Salvando las distancias Rams es una fábula amena que dice mucho con muy poco, sin un guión extenso deja que la lírica de las imágenes se inyecte en el espectador con una sutileza que no se ve en cines más cercanos. Una experiencia que dejara al público con una sensación de haber visto algo peculiarmente hermoso.