El cine de gánster ha dejado algunas de las mejores películas de la historia del cine, desde Billy Wilder hasta Scorsese pasando por Coppola. Esa adicción por la violencia descarada que tanto gusta al espectador y que sirve para abarrotar las salas de cine de todo el mundo, su verdadero secreto del éxito es que nos es familiar. Todos tenemos en mente al macarra de instituto, ese ladrón de medio pelo que escaló puestos entre los chorizos del barrio y empezó con cosas más serias, ese del que tus padres decían que "no era trigo limpio" y que tu evitabas en el autobús. Una cierta admiración enfermiza por la "Cara b" del imperio de la ley. Deep encarna al personaje que ya grandes de la actuación como Brando, Nicolson, De Niro, o Day-Lewis han interpretado, parece que en Hollywood no te ponen una estrella si no le has volado los sesos a nadie.
Esta vez, y esperemos que sirva de precedente, el problema no es el actor de las mil caras, el problema es la historia a contar. Scott Popper no tiene claro que historia quiere narrar ni a qué conclusiones pretende llegar. Los personajes vagan por una bacanal de exceso y balas de poco calibre sin llegar a decir nada nuevo en un género que ha tenido más y mejores pistoleros. En lo que podríamos definir como una mezcla de Infiltrados, Mistic River y Gangster Squad pero en la que ni los soplones son tan retorcidos ni las infancias tan traumáticas. Sin un esquema fijo, el ritmo se hace monótono y lo que debería ser una escalada de traiciones psicológicas se convierte en dosis de violencia gratuita sin un sentido concreto. Ni siquiera el normalmente brillante Benedict Cumberbatch nos consigue enganchar con una actuación que será facilmente olvidable.
Lo que sí podemos salvar y merece un comentario aparte es Johnny Deep. Una cara de tipo duro, una buen base de maquillaje y algunas armas de mentira le han servido a Deep para realizar una de las mejores actuaciones de su carrera. Tras años abandonado al cine de baratillo, Deep vuelve con una calva primorosa, una mirada sórdida y mucha mala saña que repartir por los sucios callejones de Boston. Todo se eleva cuando sus corrosivos ojos azules se inyectan en pura malicia. El demasiado tiempo "pirata de Disney" vuelve a la primera línea de la interpretación demostrando que el joven de mirada pérdida de Ed Wood sigue existiendo y no ha perecido tras los kilos de maquillaje de Tim Burton. Deep merece una nominación a la estatuilla más apreciada del cine mundial de la que ha dicho no querer saber nada, cosas de gánsteres.