Atención, ciudadanos del mundo. El DeLorean de Marty McFly y Doc Emmett Brown ha aterrizado correctamente en Hill Valley, California, hoy, miércoles 21 de octubre de 2015 a las 4:29 horas. Se ruega no molesten a los viajeros durante su estancia en el momento presente, pues recuerden que cualquier cambio por ínfimo que sea puede alterar drásticamente el pasado. ¡Y también el futuro!
El futuro ya está aquí
Marty y Doc han llegado. La espera ha sido larga. Tanto como tres décadas. Los héroes llegan desde un tiempo, para nosotros ya, muy, muy lejano. Concretamente desde 1985. Si bien muchos de los lectores no habrían nacido en aquella época, ese hecho no les impide estar familiarizados con la popular trilogía Regreso al futuro del director Robert Zemeckis. Pero la cuestión que nos atañe hoy es la siguiente: ¿se sorprenderán los protagonistas al ver cómo han cambiado las cosas en treinta años?
En Regreso al futuro 2, Marty McFly se ve obligado a viajar en el tiempo junto al entrañable científico Doc en su máquina del tiempo: un DeLorean plateado cuyo combustible es basura. Literalmente.
Si bien esta no sería su primera vez en una aventura de tal envergadura (Marty ya hizo sus pinitos viajando al pasado en la primera entrega, precisamente a otros treinta años de distancia, a 1955), en esta ocasión el adolescente encarnado por Michael J. Fox tiene la oportunidad de descubrir cómo será su futuro. O, más concretamente, nuestro presente. Y es que el acontecimiento habría tenido lugar este miércoles 21 de octubre de 2015.
Aunque inicialmente la película Regreso al futuro de 1985 no tenía previsto convertirse en una trilogía, el enorme éxito que logró generar propició el desarrollo de dos secuelas lideradas por el propio Zemeckis como director y Steven Spielberg como productor. De ese modo fue originada una trilogía que marcaría a toda una generación. Todo un clásico no solo para cinéfilos, sino también para abstemios.
Un presente de decepcionantes predicciones
Sin embargo, el tándem Zemeckis-Spielberg se equivocó (y mucho) en sus predicciones sobre el futuro de la humanidad. Si bien en las últimas décadas el mundo ha cambiado más que durante todo el siglo pasado, la secuela de Regreso al futuro pecó de excesivo optimismo respecto a los avances tecnológicos que podrían producirse en el transcurso de treinta años. ¿Estarán decepcionados el director y el productor de la trilogía?
Todavía no podemos conducir coches voladores, ni los perros se pasean solitos, ni vestimos cazadoras con secado automático, ni los monopatines flotan en el aire (aunque ya se está intentando, como sucede con el Lexus Hoverboard), ni comemos mini-pizzas que tras pasar solamente tres segundos en el microondas aumentan de tamaño, ni las gafas de realidad virtual son una moda, ni los hologramas son habituales ni simulan que se comen a nadie, y tampoco Max Spielberg, hijo de Steven, se ha aventurado a rodar Tiburón 19. ¡Si ni siquiera han hecho la quinta! (Se agradece la decisión, todo sea dicho.)
Justo a tiempo
Sin embargo, Regreso al futuro 2 sí se aproximó en unas cuantas predicciones. Por ejemplo, entre muchas otras funciones, gafas como las Google Glass ya permiten realizar llamadas, aunque aún no sea un producto totalmente perfeccionado. Y con aplicaciones como Skype podemos hacer videollamadas desde distintos dispositivos.
Asimismo, esto nos recuerda que la función multipantalla presente en el filme también está disponible en la actualidad. Además los paneles de publicidad se están convirtiendo en modernas pantallas de animación de vídeo. Y no es raro que los clásicos de Michael Jackson sigan sonando en cualquier local.
Por otro lado, a pesar de su omnipresente poder, tampoco se hace mención a la aparición de internet, ni a la invasión de smartphones de la que somos esclavos. Quizá el optimismo de Zemeckis le eludió de pensar que podríamos convertirnos en zombies tecnológicos, en seres cada vez más deshumanizados hipnotizados por estos aparatos.
Pero también hay predicciones fallidas por las que damos gracias. Afortunadamente nuestra ropa no es tan estrafalaria como las mentes de 1985 habían imaginado que sería. Porque menudas pintas… ¡Al menos hemos mejorado en algo! Aunque eso depende de con quién hables. Y además podemos disfrutar de videojuegos realistas con gráficos en tres dimensiones sin el arcaico estilo arcade ochentero. Aunque para jugar aún necesitamos las manos.
Regreso al futuro: marketing inteligente a largo plazo
Lo que seguro ha propiciado el acontecimiento de la llegada de Marty McFly al futuro es una oportunidad de oro para las grandes marcas que aparecieron en la película. Ellas no desaprovecharán un día como este. Han tenido que esperar treinta años, pero ahora es su momento para recuperar parte del dinero que invirtieron en la publicidad de Regreso al futuro.
El clásico está plagado de estrategias de marketing, en concreto del product placement, que consiste en insertar publicidad de un producto dentro de la narración del filme, adaptando este para contar la historia. De este modo recordamos el asombroso envase de Pepsi en el bar al que entra Marty, o las modernas zapatillas Nike que calza su personaje.
Y aunque Mattel no ha logrado lanzar su aeropatín (el famoso monopatín flotante), Nike sí se comprometió a lanzar sus míticas zapatillas Nike Mag durante este 2015 con sus chulísimas características: luces LED integradas y un sistema de atado automático. ¿Se podría ser más vago? Por otro lado, la empresa de refrescos PepsiCo no ha querido ser menos, y a partir de este día lanza una edición limitada de la Pepsi Perfect. Eso sí, a 20 dólares la botella. ¡El frikismo no es barato!
Marty y Doc, disfrutad de vuestra estancia en el futuro. Es decir, en el presente. ¡Intentad no reíros demasiado de cómo está el panorama! Y, alerta de SPOILER: ¡cuidado con el almanaque, Marty!
