La semana pasada se hizo pública la constitución de Ahora en Común, una coalición de izquierdas que pretende imitar la fórmula municipalista que obtuvo grandes resultados en las elecciones municipales. Esta propuesta está impulsada por partidos como Izquierda Unida y Equo, además de pretender abarcar a las diferentes mareas y movimientos sociales.
La conformación de esta coalición ya la intentó Alberto Garzón cuando se reunió con Pablo Iglesias, secretario general de Podemos. La postura de los de Iglesias y cía para este asunto ya es de sobras conocida: admitirán a todo aquel que quiera integrarse bajo la marca del círculo morado, pero para nada pretenden renunciar a ella en una agregación de fuerzas políticas y sociales.
Dos posturas, hasta ahora, irreconciliables
Desde que Garzón tendiera la mano a Iglesias para intentar una confluencia, los típicos fantasmas de la más que difícil unión de la izquierda volvieron a aparecer. Por un lado, Podemos sigue obcecado en ser la única posibilidad de representación de unidad popular. Por otro, Izquierda Unida, desde que tuvo claro que Podemos ocupó su espacio político natural, decidió embarcarse en los proyectos de confluencia.
Iglesias dijo que las puertas de Podemos están cerradas a los partidos, pero no a la gente Pablo Iglesias advirtió que las puertas de Podemos están cerradas a los partidos, pero están abiertas para la gente. Él mismo pretendió fichar a Garzón y a otras personalidades que han mostrado su apoyo a Ahora en Común para lograr esa unión a través de Podemos. Pero no surtió efecto, y la izquierda parece estar de nuevo dividida, aunque una vez conocidos los resultados electorales, un pacto tendría un carácter casi automático en el caso de que se acaben presentando por separado.
La verdad absoluta de Podemos
La postura de la formación morada recuerda a la de los antiguos partidos marxistas: una fe ciega en la vanguardia y la creencia de que la única alternativa para el cambio que tanto ansía la sociedad es la suya. Es más, Juan Carlos Monedero (que no está en el partido pero es uno de sus principales defensores desde fuera) aseguró que estas propuestas “están lastradas por el oportunismo”. Dicha afirmación recuerda a Lenin hace un siglo, llamando oportunistas a los revisionistas que no aceptaban aquel “socialismo científico”.
Según el profesor e intelectual, la unidad popular está representada ahora mismo por Podemos. “Porque de nada sirve enunciarse como representante de la unidad popular si no hay una mayoría popular que asume que tú eres el representante del conjunto”, apostilló. Entonces, ¿qué hay de las candidaturas de unidad popular que lograron unos excelentes resultados en las elecciones municipales? ¿No habría alguna posibilidad de que ese método también tuviera cierto éxito si se repite a nivel nacional? La única objeción a estas preguntas sería que muchas personas eligieron esta papeleta porque su único objetivo era el de votar a Podemos.
Los de morado siempre han intentado practicar lo que ellos llaman “nueva política”. Sin embargo, están impregnados de métodos organizativos propios de partidos tradicionales. Es cierto que en un principio, la organización interna del partido se acercaba al asamblearismo. Sin embargo, tras la asamblea general celebrada en Vistalegre (Madrid), las bases se decantaron por el famoso centralismo democrático que siempre ha imperado en muchos partidos comunistas del siglo XX. A esto se le suma la actual polémica con el sistema elegido para las primarias, porque como afirman algunos miembros de Anticapitalistas, hacen más difícil la incorporación de independientes a las listas electorales.
Tratar los problemas reales
Por otra parte, Izquierda Unida no ha renunciado a su denominación tradicional de partido de “izquierdas”, sin jugar ni un momento a la ambigüedad. Pero la organización parece haberse quedado anticuada frente a la sociedad. Además, verse involucrada en algunos asuntos polémicos como el de las tarjetas black, provoca su identificación con la “vieja política”.
Podemos ha comenzado a construir un mensaje que parece haber calado en la mayoría de la población española, renunciando al típico eje “derecha-izquierda” y buscando siempre la transversalidad para construir una mayoría social. Algo que siempre ha deseado IU pero que jamás ha conseguido con su propio mensaje e interpretación.
Es más, para las elecciones europeas de 2014, Podemos le sugirió a los eurocomunistas hacer una coalición, recibiendo el no como respuesta. Ahora, ocurre todo lo contrario e Izquierda Unida no ha hecho más que fracasar desde entonces, convirtiéndose en un partido con un papel intrascendente.
La guinda del pastel fue que varios dirigentes de IU miraron con mucho recelo a los de morado. Sobre todo, Cayo Lara fue muy crítico con la postura apolítica que estaba adoptando su partido homólogo. Pero Alberto Garzón, el futuro de la organización, nunca se ha mostrado en público de tal manera y siempre ha intentado acercar posturas.
Muchos dirigentes de IU siempre miraron con recelo a los podemistas Otra de las críticas que recibe dicho partido y la propuesta de Ahora en Común, es la que escribió Pablo Echenique en El País. A veces, muchos militantes de izquierdas pierden más el tiempo en los métodos organizativos que en tratar de ganar el voto de las personas que no son ni militantes ni activistas, porque solo de esa manera ambos partidos podrán llevar a cabo su cuasi-idéntico programa. Solamente con esas personas que nada tienen que ver ni con Podemos ni con Izquierda Unida y sus disquisiciones organizativas, pueden proporcionar a cualquiera de éstos una mayoría social para aplicar las políticas sociales y económicas que desean.
Por el momento, Podemos sigue rechazando la famosa coalición, queriendo ser únicamente ellos la representación de la unidad popular. Mientras, Ahora en Común está echando a andar, además de que Alberto Garzón no pierde la esperanza en que se consume la unión final. Veremos lo que sucede a cuatro meses de las elecciones generales más disputadas de la historia del país.