Sirope, dulce jarabe de Alejandro Sanz
Foto: www.alejandrosanz.com

Cuando todos creíamos que Alejandro era un marciano de la música, cuando estábamos en ese tránsito musical de ver a nuestra marciana peinarse como las sirenas, Sanz regresó otra vez, como los últimos veinticinco años, para cantarnos y contarnos nuevas historias. En esta ocasión con el color, la dulzura y el sabor del caramelo. Como un niño, con la mirada limpia de los locos bajitos y un Capitán Tapón llamado Dylan. Ese diminuto caballero que fuimos y tenemos, aquel que nos roba el corazón, ese robinsón con ricitos de sansón, la rueda de la vida, su eterna y divina adivinanza.

Con Sirope, su nuevo trabajo discográfico, seguimos pensando que Alejandro Sanz es de otro planeta haciendo canciones, pero nos revela que uno de sus grandes secretos es que jamás dejó de ser niño, que en ningún momento dejó de jugar con los versos y las notas, pues como entonces, sigue colgado de la constelación de Orión. Es quizás un niño extraterrestre que traza caminos musicales, historias acabadas e inacabadas, que encuentra la inspiración en la madrugada, en la que como versa en una canción, presiente que se hizo más fuerte. Y como todo niño envía su carta a los Reyes Magos en forma de canción en El silencio de los cuervos, donde pide que sus hijos puedan vivir en un mundo mejor, en un planeta vivo y con un ser en paz consigo mismo y la naturaleza.

Muchas horas de trabajo en solitario, tantos como ocho meses capturando notas y pintando versos con el esqueleto de nuestros susurros. También junto a Sebastian Krys, ingeniero y productor con una musicalidad extraordinaria que contribuyó a dar luz al disco. Además de una colaboración muy especial junto a Juan Luis Guerra en Suena la Pelota. Mucha ilusión, mucho esfuerzo, pues Sirope no es solo jarabe, caramelos de rojo fuego, sino otro ejemplo más del elixir de sus canciones, que demuestran que la Música no se toca. Alejandro se reta a sí mismo, lanza todo el veneno a la hoguera de las vanidades, e intenta cubrir esos huecos en los que suele esconderse el ego y la vanidad, con verdad, amor, trabajo y sencillez. Todos sentimos y tenemos ausencias por las que nos convertimos en un Zombie a la intemperie. Pues el “niño del pajarito”, sigue pensando que las olas del mar se envuelven en sí mismas sin saber nadar. Quizás por ello más de veinticinco años después, este andaluz de Madrid y viceversa, sigue asociado a El club de la verdad, llegando al centro del alma como el primer día. Dibuja en el colchón de nuestro corazón y se empeña en demostrarnos una vez más, que todos los marcianos llevan un niño en su interior y viceversa. Que su jarabe de sirope de notas endulza y cura, que en su recetario de poemas, promete ir por el mundo regalando versos y canciones que quieren ser queridas y músicos dispuestos a amarlas.

Trece canciones para saborear el Sirope dulce y amargo de la vida, del eterno efímero que siempre es niño, a veces marciano, y a veces terrícola. Dulce jarabe de Alejandro Sanz…

1. A mí no me importa 2. Capitán tapón3. Pero tú 4. La guarida del calor 5. Tú la necesitas 6. Un Zombie a la intemperie 7. Todo huele a ti 8. No madura el coco 9. La vida que respira 10. Suena la pelota 11. A que no me dejas 12. El silencio de los cuervos 13. El club de la verdad.

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