La cuarta jornada del Festival de Málaga arrancó con el estreno de Tiempo sin aire. La película, cuenta la historia de María, una enfermera colombiana que perdió a su hija a causa del conflicto entre las FARC y los militares. María decide viajar a Tenerife en busca de los asesinos para rendir venganza y es allí donde su vida dará un giro inesperado.
La dirección corre a cuenta de Andrés Luque Pérez y Samuel Martín Mateos. No siempre dos mentes piensan mejor que una y en esta ocasión, quizás si un único cineasta hubiese estado al mando, el conjunto hubiese sido mucho más intenso. La película consigue llegar al espectador, en su gran parte, gracias a que el guion cuenta con algunas partes que saben tocar la fibra. Las interpretaciones cumplen con garantías, pero Juana Acosta y Adriana Ugarte consiguen estar un escalón por encima del resto, al dar la dosis necesaria de emoción y fuerza que en ciertos tramos le falta al largometraje. Probablemente, Tiempo sin aire hubiese ganado más intensidad modificando la variable que se incluye en su título. Con menos tiempo en algunas secuencias que se hacen largas, los espectadores habrían quedado sin aire a causa de una historia profunda, desgarradora y real que cala entre los presentes por la cercanía que transmite.