Nunca fui muy partidario de los fenómenos virales, pero existen excepciones que merecen mucho la pena, mucho más si el citado fenómeno se produce en derredor de una ingeniosa y maravillosa terapia psicológica, que mejora la vida de los enfermos de Alzheimer, una cruel enfermedad que entre otras devastadoras consecuencias, borra indiscriminadamente los recuerdos de toda una vida, convirtiendo a un ser humano en un ser impersonal, cuya identidad queda sepultada en vida.
Está demostrado científicamente que lo último que se pierde en el imparable avance de la enfermedad, son los sentimientos y la memoria musical, por ello iniciativas como la que lleva a cabo en el centro de mayores “Cáxar de la Vega” de Cájar, el psicólogo y músico granadino de 26 años, Pepe Olmedo, merecen la pena ser destacadas, elogiadas y respaldadas tanto por la sociedad como por las instituciones. En el complejo pentagrama de la vida no es fácil dar con la melodía adecuada, las notas que nos lleguen al corazón, las palabras justas que se adentren en los perdidos arrabales de la memoria, muy especialmente en el caso de los enfermos de Alzheimer.
Todo lo que rodea a esta cruda realidad humana debe ser tratado con mucho tacto y comprensión, los enfermos precisan además de cuidados, mucho afecto, y sus familiares, sus cuidadores, precisan de la comprensión y el apoyo de los demás, para que puedan transmitir ese cariño tan necesario para nuestros mayores. La persona con Alzheimer puede mostrarse irritable, de mal humor, “cabreada” porque no consigue hacer las más simples actividades de la vida cotidiana, y el aplomo, la firmeza y el cariño, de los que están a su lado resultan fundamentales para hacer un poco más llevadera la vida. No es nada fácil levantarse junto a un extraño ser al que amas por encima de todas las cosas, pero siempre existe un resquicio de luz por el que se filtra toda una vida.
Y en ese resquicio de luz ha trabajo Pepe Olmedo, conocedor del inmenso poder de la música, y es que como bien decía Ernesto Sábato, el mundo es una sinfonía, pero Dios toca de oídas. Hay situaciones que nos cuestan asimilar y ponen en duda la existencia de un Dios, al menos de un Dios bondadoso, por eso, como Sábato, pensamos que Dios toca de oídas y en ocasiones desafina algunas notas.
La terapia consigue suavizar los brotes de violencia de los enfermos, llegando incluso a reducir la medicación de los mismos. Las emociones y la música comparten la misma región del cerebro, de ahí que su poder sea uno de los más fundamentales en el desarrollo y la recuperación de los procesos cognitivos, ambas se encuentran ubicadas en el córtex prefrontal. La música es una maravillosa medicina para el alma, obteniendo respuestas positivas en todos los seres humanos. Viendo a los ‘abuelos’ reaccionar con una sonrisa, arrancar a la enfermedad un recuerdo, pensamos que la música es una de esas actividades humanas que nos hacen creer en algo más, en la existencia de un Dios, quizás músico. Pues “Música para despertar” escarba en aquellas emociones que brotan desde el centro de nuestro pecho, en esa bomba motora que mueve nuestras vidas.
Tan sencillo y tan complejo como eso, es en lo que está trabajando el psicólogo granadino, empuñando el poderoso arma de la melodía y la espada del cariño. Por ello con la memoria intacta, valorando hasta el más mínimo gesto de la cotidianidad, sumo estas líneas a la viralidad, con la esperanza de encontrar millones de despertares. Y aunque únicamente duren una canción, todo el apoyo, la comprensión y el cariño que precisa esta realidad social.