Mark Lanegan susurra a Barcelona

Mark Lanegan, ataviado con una chaqueta negra y unos vaqueros ajustados, aterrizaba en la Sala Bikini de Barcelona alrededor de las 21:00 de la noche del pasado martes 10 de marzo, después de que The Faye Dunaways, con su ritmo electrotécnico y su atmósfera infernal; y Duke Gargood, con su guitarra acústica y su country-folk, hicieran las veces de contrastados teloneros. Llegaba para presentar su último discoPhantom Radio, que salió a la luz a finales de 2014, y que supone su tercer trabajo desde que decidió retomar su Mark Lanegan Band allá por 2012, tras Blues Funeral Imitations.

El concierto se abría de forma pausada y rítmica, combinando únicamente la grave y roída voz de Lanegan con la guitarra de Jeff Fiedler. When your number isn't up fue la elegida para dar comienzo al show. El introspectivo artista de Washington se colocó encima del escenario absolutamente abstraído, como si de un concierto sin público se tratase. Su interacción con las personas que llenaron la Sala Bikini fue prácticamente mínima, algo que ya se esperaba y que contribuyó a generar un aura de misterio sobre la figura de Lanegan, quien se mantenía de pie, agarrando el micro con ambas manos y con la mirada dirigida al suelo la mayor parte del tiempo, cobijado bajo su larga melena y sus ojos hundidos, e inclinándose ligeramente hacia atrás en los momentos álgidos de cada canción.

El ritmo del concierto fue variando, combinando temas más pausados con otros herederos del pasado grunge de Lanegan, alejado de su estilo habitual, más cercano a los Nick Cave y Tom WaitsThe Gravedigger's Song sirvió como pretexto para que bajo, batería y teclado se sumasen a la banda, y desde entonces completasen el quinteto que se mantendría hasta el final del concierto, prácticamente dos horas después. Harvest Home, single principal de su nuevo disco, fue la primera canción en sonar del trabajo que venía presentando.

El momento más mágico de la noche fue, sin duda, el lapso en el que Lanegan entonó los versos de The Deepest Shade, extraída de su disco Imitations, la cual atrapó al público con su contraste entre la melancolía y la gravidez. De ahí en adelante, Lanegan perdió quizá algo de fuelle, haciéndose algo largo de más el cierre del concierto, que finalizó con The Killing Season, un tema algo inconexo con la trayectoria que había seguido en toda su actuación y que dejó algo frío al público. Tras finalizar, se descolgó su guitarra, saludó y se dio la vuelta, yéndose por donde había venido, indiferente como de costumbre. Mark Lanegan sigue sin ser hombre de masas, pero su música continúa penetrando en el lado más frágil de cada corazón.

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