Vivimos en una sociedad patriarcal que se mantiene y se reproduce desde hace siglos hasta el día de hoy, en la cual no existe una igualdad entre hombres y mujeres, sino que se establece una jerarquización en la que la autoridad la ejerce el varón y en la que las mujeres son consideradas, en muchos aspectos, inferiores a los hombres.
Este sistema no es más que una construcción cultural basada en estereotipos masculinos y femeninos que responden a un imaginario colectivo: ideas preconcebidas y creencias que están muy arraigadas y que determinan las conductas y comportamientos de las personas según se nazca hombre o mujer.
Se parte de una socialización diferencial basada en el factor biológico del sexo, a través de la cual se enseña a la población que las mujeres tienen un conjunto de funciones, labores y valores que son propios y exclusivos del sexo femenino, y que los hombres tienen otra serie de atribuciones diferentes que los sitúan en un lugar de privilegio. Son los llamados 'roles de género', que se consideran producto de la naturaleza y justifican así la subordinación de las mujeres.
La desigualdad en el trabajo
Las mujeres ganan un 20% menos que los hombres Esta opresión de la mujer la encontramos en la división sexual del trabajo, pues históricamente al sexo femenino se le ha asignado como propio el ámbito doméstico o privado. La desigualdad en el uso del tiempo es muy alta en todos los países. Según la última encuesta del INE, las mujeres dedican más tiempo que los hombres al cuidado del hogar y de la familia, concretamente una media de 4 horas diarias, destinando menos tiempo a la educación o al ocio.
Por otro lado, en España las mujeres ganan un 20% menos que los hombres por el mismo número de horas trabajadas. Cabe mencionar que en este aspecto han habido grandes avances sociales, pero aún queda mucho por hacer. En cuanto a la presencia de mujeres en puestos directivos, España está por debajo de la media europea, y el desempleo es mayor entre mujeres.
En la política mundial, si bien se ha constatado un aumento en el liderazgo y la participación de las mujeres, éstas siguen siendo minoría: sólo un 17% de los cargos ministeriales son ocupados por mujeres y representan un 22% de los parlamentarios nacionales. A día de hoy, 10 mujeres en el mundo son jefas de Estado y 14 son jefas de Gobierno.
En la televisión y la publicidad, los mensajes que recibimos de forma consciente o inconsciente hacen que la imagen de las mujeres en muchos casos resulte perjudicada, sobre todo cuando son representadas como objeto sexual. En ocasiones, los anuncios perpetúan el papel que históricamente se ha asociado al género femenino; esto se hace especialmente evidente en la publicidad de productos de limpieza, donde se suele presentar a la mujer (y no al hombre) como ama de casa y encargada de las tareas del hogar.
Distintas formas de violencia hacia la mujer
La mutilación genital, los matrimonios forzados y la trata de mujeres también son violencia de género Según la OMS, 1 de cada 3 mujeres en el mundo sufre violencia física o sexual, principalmente a manos de su compañero sentimental. La familia es una institución clave en este orden social, y es aquí donde se produce con mayor frecuencia la violencia hacia la mujer. Si bien cada cultura tiene sus mecanismos y sus argumentos para legitimar y mantener esta estructura patriarcal, la discriminación se ha dado de forma universal desde tiempos remotos.
En muchas partes del mundo ocurren distintos tipos de violencia que se llegan a considerar como parte del orden establecido o como prácticas tradicionales, como la mutilación genital, los matrimonios tempranos y forzados, las esterilizaciones forzadas de mujeres, el aborto selectivo o la violencia sexual como arma de guerra. La trata de mujeres y la prostitución también son graves atentados contra la libertad y la dignidad de la mujer.
El feminismo como movimiento social y político
El patriarcado está presente en la individualidad de cada personaEl término 'feminismo' suele estar asociado a connotaciones negativas: existe una creencia generalizada de que es lo contrario de 'machismo'. Sin embargo, el feminismo no se trata de ir en contra de los hombres, sino de conseguir un derecho fundamental para los seres humanos que es la igualdad entre hombres y mujeres. No todas las causas de la desigualdad se reducen al machismo, pues el machismo no es más que una parte de esta organización social que llamamos patriarcado.
El patriarcado no sólo está presente en los hombres y en la individualidad de cada persona, está en el sistema en el que vivimos y que lo hace posible, aunque cada persona (independientemente de que sea hombre o mujer) contribuye en mayor o menor medida a que esa estructura se mantenga, con la suma de nuestras actuaciones. De esta misma forma, uniendo nuestros esfuerzos, podemos contribuir con nuestro granito de arena a eliminar esta sociedad patriarcal.