De Montepinar al mundo real en el capítulo 100 de 'La que se avecina'
Enrique Pastor (José Luis Gil) rodeado de sus vecinos tras recuperar la conciencia (Foto: Telecinco)

La octava temporada de La que se avecina sigue sin rival en la noche de los lunes. La nueva Caperucita y la reina Isabel han sido superadas una vez más por los vecinos de Montepinar.

Anoche existía más expectación que nunca, pues se emitía el capítulo número 100. Los productores, guionistas y actores de LQSA no se cansaron de repetir durante semanas que la trama de este episodio sería de ‘culto’ para los seguidores de la serie. Finalmente, la entrega Un presidente rayado, una catarata de infortunios y un descubrimiento sobrecogedor reunió a 4.133.000 telespectadores y logró un 24,1% de share.

No hay duda de que este episodio marcará un antes y un después en la ficción de Telecinco. De hecho, el especial de anoche revolucionó las redes sociales con innumerables alabanzas, aunque no faltaron los detractores y las voces críticas. Una cosa es cierta: el episodio no dejó indiferente a nadie y, un día después, sigue ocupando su correspondiente puesto como trending topic ('tema del momento') en Twitter. Alberto Caballero, uno de los productores de la serie, quiso agradecer desde esta red social a todos los que vieron el capítulo: “a los que nos felicitáis apasionadamente, y a los que decís que nos hemos cargado la serie”.

El episodio arrancó con un nuevo intento de suicidio de Vicente Maroto que, cansado de vivir, se tiró desde su terraza. Sin embargo, la buena (o mala, en este caso) suerte hace que el personaje de José Luis Gil amortigüe el golpe.

En lo sucesivo, una serie de catastróficas desdichas (o una ‘catarata de infortunios’ tal y como anunciaba el título) se ciernen sobre Mirador de Montepinar: la Agencia Tributaria acosa el imperio empresarial de Antonio Recio, Maite y Amador están a punto de perder a sus hijos definitivamente, la amistad entre Judith y Rebeca comienza a romperse peligrosamente, y Lola y Javi se enteran de que están esperando trillizos.

​​​Cuando parece que la hecatombe se instala en la urbanización, una voz omnisciente comunica al vecindario algo que cambiará su destino: “Somos vuestros creadores; sois personajes de ficción y esto es una serie de televisión”. Los habitantes del bloque se resisten a creer lo que están escuchando; no obstante, acaban por aceptarlo y comprenden que viven continuamente observados, como si de El Show de Truman se tratase.

Lo siguiente será salir del estudio en el que han permanecido 100 capítulos y ver la calle. Descubren que viven en un polígono industrial y, consternados por lo sucedido, harán una visita al responsable de la serie, el consejero delegado de Telecinco Paolo Vasile. En el transcurso de esta reunión, Antonio Recio y los suyos exigen “vivir una vida de verdad” y se niegan a “seguir formando parte de este circo”. Con todo, los actores deciden empezar una nueva vida alejados de la ficción televisiva. No obstante, Coke no abandonará el despacho de Vasile sin antes hacer una pregunta –en apariencia inocente– al consejero delegado de la cadena: “¿usted sabe si Paz Padilla tiene una hermana drogadicta?” Ni que decir tiene que el conserje se está refiriendo al parecido que guarda esta presentadora de televisión con su amiga ‘La Chusa’, un personaje esporádico de la ficción de Mediaset.

Un ficticio Paolo Vasile recibe a los actores de 'LQSA' en su despacho (Foto: Telecinco)

Cuando los de Montepinar se integran en el mundo real, comienzan a vivir en sus propias carnes lo que sufren los famosos a diario: ser reconocidos por todos, sentirse observados, recibir besos, gritos de sus fans y hasta insultos. Tras comprobar que la vida de un personaje conocido no es tan perfecta como la pintan, los personajes de LQSA optan por dar marcha atrás y regresar a Montepinar con la condición de que, en adelante, sus tramas sean más satisfactorias. Y esto es justo lo que sucede: a los Cuquis les toca la lotería y logran recuperar a sus hijos, Enrique se convierte por fin en alcalde, Judith vuelve con Hugo (José Lamuño), Antonio gana el Bogavante de Oro, etc.

Todo parece perfecto hasta que Enrique despierta. Sí, todo había sido un sueño al más puro estilo de Los Serrano. O al menos así lo sintieron quienes estuvieron comentando el capítulo minuto a minuto en las redes. Pero este delirio del concejal no puso fin a la serie tal y como sucedió en la ficción de Antonio Resines, sino que sirvió como regalo a unos fans que llevan siete años siguiendo la producción de Telecinco.

Además, este episodio 100 fue también el momento perfecto para reflexionar acerca del verdadero sentido de la serie: hacer que los espectadores olviden momentáneamente sus problemas viéndola. Así lo corroboró un ficticio Paolo Vasile al comentar a los actores que formando parte de la parrilla televisiva consiguen “hacer felices a muchas personas”. Porque, ¿cuál es la auténtica clave del éxito de la ficción? Sin duda, estar en el lugar adecuado en el momento oportuno. Hay que recordar que La que se avecina llegó a tiempo, justo antes de estallar una dura crisis económica. Y lo hizo con las mejores intenciones: provocar la risa y enseñar que, por graves que sean las circunstancias, los españoles no son “huevones” sino “leones”.

Un gran homenaje a ‘Aquí no hay quien viva’

No faltaron los guiños a la serie con la que nació todo. Así, durante una junta Fermín Trujillo pronunció la característica frase que entonaba Emilio Delgado en todas las que se celebraban en la casa de Juan Cuesta (“para hablar levantan la mano; para insultar también me la levantan”). Asimismo, se sentó junto a Enrique Pastor, en una clara alusión a esa imagen de los dos personajes presidiendo las reuniones de vecinos en Desengaño 21. De hecho, Fermín se atrevió a soltar un “se levanta la sesión” al concluir ésta, a lo que su presidente respondió en los mismos términos que utilizaba el señor Cuesta: “Eso lo digo yo”.

De la misma manera, durante su paseo por Madrid varios transeúntes le llamaron “Emilio” y le interpelaron con su famoso “un poquito de por favor”. Por su parte, a María Adánez la llamaron “Pija” (el apodo de Lucía Álvarez en la ficción de Antena 3). Para poner la guinda al pastel, en una de las escenas finales del capítulo se pudo ver a la tan querida Mariví Bilbao, en un claro homenaje a Izaskun y a una inolvidable Marisa Benito.

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