Joan Manuel Serrat, 50 años de genialidad
Foto: EL PAIS

Dicen que cada veinte años nace un genio, cuentan que la inmensa mayoría de los seres humanos somos investigadores de lo común, trabajadores diarios de lo ordinario, y que aproximadamente cada dos décadas surge un genio capaz de poner en orden el trabajo de años de especialistas de la cotidianidad, dando lugar a algo extraordinario. En el caso que nos ocupa, el de la música, la canción de autor, Joan Manuel Serrat vino al mundo un 27 de diciembre de 1943 en Barcelona, para crear una obra cuya influencia ha sido crucial en la vida y creación de varias generaciones de músicos y personas de lengua catalana y castellana.

Por ello ahora que celebra sus cincuenta años en la música con una Antología desordenada es momento de recordar que en el barrio obrero del Poble Sec, en la calle del Poeta Cabanyes creció un genio. Niño hiperactivo de campo y mar, que se alimentó del sol de la Barceloneta y los campos navarros de Viana, el Nano era la gran esperanza de la familia, muy especialmente de su querida madre Ángeles (a la que le dio un patatús cuando se enteró de que quería ser músico), pues era un estudiante brillante que iba para perito agrícola, pero que acabó ‘torciéndose’ definitivamente entre renglones y pentagramas.

Empezó a darle a la guitarra y junto a tres amigos formó un grupo que no tuvo demasiado recorrido, pero que sirvió para dar inicio a un Universo, el Universo Serrat. Su primera aparición artística en público se produjo el 18 de febrero de 1965 en el estudio Toreski de Radio Barcelona durante el programa matinal Ràdioscope, dirigido por Escamilla. Allí pudo cantar algunas de sus primeras canciones como Una guitarra”, “La mort de l’avi”….

Aquel fue su trampolín, que le sirvió para firmar con la compañía discográfica Edigsa, e ingresar como parte activa y creativa en Els setze jutges; un grupo heterogéneo de gente con el firme propósito de impulsar el movimiento de la Nova Cançó y normalizar el uso del catalán en el mundo de la música moderna. Para 1967, cuando inició profesionalmente su carrera, ya había escrito Cançó de matinada, y Ara que tinc vint anys, que habían sido éxitos. Vinculado ya a Lasso, su primer representante artístico hasta 1975, con su primer disco en castellano abrió la polémica. Una polémica que se acentuó aún más cuando en 1968 fue designado para representar a España en el Festival de Eurovisión con la canción “La, la, la” del Dúo Dinámico. Muchos se sintieron traicionados por uno de los iconos de Nova Cançó, pero Serrat se mantuvo firme en su decisión de cantar “La, la, la” en catalán hasta el último momento, por lo que presentó su renuncia. Juan José Rosón, el encargado de llevar el tema en TVE le llegó a preguntar: Serrat, ¿usted qué quiere ser, un artista internacional o un artista provinciano?

Aquel día Joan Manuel decidió que la mejor manera de ser internacional es ser bien provinciano, algo que hemos descubierto con sus canciones. Joan Manuel siempre fue un seductor y de alguna manera se sirvió de la música para llegar con más facilidad a las chicas, pero por encima de todo el Nano ha sido un constructor de canciones, poeta plebeyo que se inició con Bécquer, con Joan Salvat-Papasseit, que le dejó una inmensa huella y le permitió colar versos e historias entre la métrica y el tempo. Sus más de setecientas composiciones se agolpan como archivo de emociones y recuerdos junto a su colección de caracolas y mascarones de proa.

Junto a Tete Montoliú primero y luego junto a Ricard Miralles comenzó a conquistar el mundo siempre que lo permitió la autoridad gubernativa. Fue con Miralles con el que hizo su primera gira por América, la que muchos consideran como la gira del Descubrimiento, cuando “Serrat descubre América y América descubre a Serrat”. “Penélope” una música de Augusto Algueró a la que puso letra, sonó por primera vez en Río, en el Festival de la canción. La cultura popular se hizo lírica en Serrat que acompañó nuestras vidas como el recorrido cálido de un infinito verano. Porque es inconcebible la figura de Joan Manuel sin el sol, sin el estío, sin el mar y las olas de su barrio, que llegó a ser el de todos nosotros. El de Mediterráneo su disco más emblemático e internacional, se publicó en 1971. Cada tema es un albur, que copa carpetas de canciones imposibles, la alineación de las estrellas y las musas puede llevar meses o resolverse mágicamente en un instante. Y la grandeza y universalidad de Mediterráneo apareció en un solo día.

En cierto sentido todos hemos adoptado a ese niño inquieto, al poeta de las pequeñas cosas que no paró de joder con la pelota. Porque Serrat solo tuvo un parón creativo durante toda su carrera y este se produjo en 1975, cuando se vio obligado a quedarse en México en el exilio a raíz de los últimos fusilamientos de Franco. El Nano se quedó vacío, seco, en una situación de provisionalidad de la que tan solo pudo salir a la muerte de Franco, la posterior transición y la paulatina desaparición de las medidas represivas. Regresó el 20 de agosto de 1976 y aunque no fue nada fácil, el Serrat que todos conocemos se fue haciendo cada vez más grande. Vetado en Chile y Argentina para él supuso otra gran victoria el reencuentro con una tierra en la que sentía que la admiración y el amor eran mutuos. De Chile recuerda Isla Negra y a su poeta, Don Pablo Neruda, con el que le unían lazos indivisibles a un fantasma, pastor de cabras e inmenso poeta: Miguel Hernández. Cuyos versos musicalizó Joan Manuel y cuyo disco se convertiría en un clásico de la música contemporánea.

Porque Joan Manuel que siempre fue inteligente escogió a Miguel Hernández y a Antonio Machado fundamentalmente por su autenticidad, por ser poetas eternos y actuales, por contar historias de una extraordinaria calidad, sin pretensiones divulgativas, sino con el objetivo de convertir la magia de sus poemas en buenas canciones. Cuentan que mientras hacía su disco de Machado, unos fusibles de la cabina entraron en cortocircuito y hubo que detener la grabación. Joan se quedó sentado con su guitarra, haciendo tiempo, dio vuelta la página del poemario y encontró algo que estaba fuera de programa: "La saeta". Casi como si jugara rasgueó las cuerdas y salió la melodía completa, en un minuto y de un tirón. Un genio poniendo música a otro genio.

Junto a Quico Sabaté creó la productora, Taller 83; Serrat crece, se hace grande, por su vida y su carrera pasan Josep María Bardagí, regresa Miralles, junto al que trabaja en diversos proyectos: En tránsito (1981), Cada loco con su tema (1983), Fa vint anys que tinc 20 anys (1984), El Sur también existe (1985) —con versos de Mario Benedetti—, Sinceramente teu (1986) y Bienaventurados (1987). Entre un disco graban Serrat en directo (1984). Incursiona en el mundo de la radio, la televisión y la literatura.

Como ha verbalizado Joan Manuel, que acumula la mayor colección de genialidades de la música de autor, resulta tremendamente tedioso continuar cronológicamente y ordenadamente su biografía, pues la mejor forma de conocer a este Serrat de 50 más veinte, es perfilar su genialidad con el inolvidable y desordenado recuerdo de sus versos, sus canciones, sus letras. De los fantasmas del Roxy, al barquito de papel y de ahí a las pequeñas cosas. Porque De vez en cuando la vida nos besa en la boca, nos regala Paraules D’amor y hace una Fiesta. Poemas en los que Tu nombre me sabe a hierba. Hijo de la luz y de la sombra en la que la Señora es la noche esposa y yo soy el mediodía. Una y mil veces será Para la Libertad de Aquellas pequeñas cosas, pues Joan Manuel no es concebible sin Temps era Temps, sin Panellets i penellons... ni Basora, César, Kubala, Moreno i Manchón.

Y por la sencilla razón de que cincuenta años de genialidad dan para infinitas selecciones, todos y cada uno de nosotros haremos una biografía totalmente distinta del Noi del Poble Sec. Esta no puede prescindir de Penélope, de Lucía, de tu loro Matías, de ser enterrado entre la playa y el cielo, porque yo que nací en el Atlántico he sentido nacer en el Mediterráneo, he comprendido que caminante no hay camino sino que se hace camino al andar, golpe a golpe, verso a verso. Machado a Machado…

A usted Serrat heresiarca de patriotismos absurdos, alfarero universal de una música que nos une, suma de infinitos poetas, mezcla rara de madre aragonesa y padre catalán, de Neruda, Miguel Hernández, Rafael Alberti, León Felipe, García Lorca, Joan Vergés, Ernesto Cardenal, Josep Vinceç Foix, Luis Cernuda, Juan Gelman y Luis García Montero, lo veo ante todo como un Gran Poeta y prodigioso cantautor que por las veredas más sencillas alegró la vida de mucha gente en tiempos difíciles. El artista más influyente de la canción española y catalana que jamás he conocido, capaz de cantar en esta desordenada antología el polémico “La la la” en alemán para reírse de sí mismo y de todos aquellos que jamás le comprendieron. Por ello ahora que cumple usted cincuenta años de genialidad, una vez más me quedo con su desordenada antología, pues en su disparatado juicio siempre estuvo la verdad que nunca es triste, sino que no tiene remedio.

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