La medicina explícita de 1900: un vistazo al piloto de 'The Knick'
Clive Owen en 'The Knick'. (Foto: directvnews)

Nueva York. 1900. Knickerbocker Hospital

Algunos insensatos se han atrevido a calificar a The Knick como la Anatomía de Grey del siglo XX, pero no existe punto de comparación entre la serie creada por Shonda Rhimes y la dirigida por Steven Soderbergh. Mientras los de Seattle se emborrachan a base de Tequila, en la Nueva York histórica se puede ver a un John Thackery (Clive Owen) inyectándose cocaína entre los dedos de los pies o en otras partes peores.

El nivel explícito de The Knick es elevado. Las operaciones prácticamente rudimentarias de principios del siglo XX aún tenían excesivas deficiencias, pero los avances técnicos intentaban suplir esa falta de protocolo y seguridad a la hora de operar a una mujer embarazada o un hombre al que se le anestesia con cocaína, elemento que va a ser clave en la ficción, porque es imposible aplicarle éter por una bronquitis severa.

Sangre, órganos, manos desnudas sin guantes, cortes con bisturí... Cinemax ha decidido que no debe censurar nada. Y es algo normal, porque es así como se practicaba la medicina en 1900, es así como se vivía en Nueva York hace más de 100 años. Con un Thackery profesional, pero también lleno de métodos no demasiado ortodoxos para practicar la cirugía o tratar a un enfermo, el espectador no solo se adentra en una serie sobre medicina, sino también en una revisión histórica de la vida norteamericana del inicio del siglo XX: familias de extranjeros que viven en condiciones completamente insalubres, la instauración de los Ministerios de Sanidad, la corrupción dentro de ellos, el servicio privado de ambulancias y el intento de sufragar económicamente un hospital.

Destaca además el clasismo mencionado en varias ocasiones entre ricos y pobres, así como la lucha racial entre blancos y negros aún presente en Norteamérica a principios de siglo, una lucha por alcanzar los derechos igualitarios encabezada por Algernon Edwards (Andre Holland) y Cornelia Robertson (Juliet Rylance).

(Foto: lareputada)

El piloto de The Knick es muy poderoso y cuenta con una fotografía especial que tambalea entre el documental y la ficción con una producción excelente y una recreación envidiable de una de las ciudades más importantes de los Estados Unidos. Su ritmo crece a medida que pasan los minutos, así como el sarcamo que inunda la sala de operaciones. Y esto se pudo comprobar en la propia sala de cine del Festival de Series 2014 de Canal+, en la que el público reía ante la ironía de alguna de las escenas.

Quizás no sea apta para todos los estómagos debido a su crudeza, pero si por algo destaca también de The Knick es por utilizar estas escenas completamente explícitas para narrar de una manera sobria cómo vivían los personajes del hospital Knickerbocker, que existió realmente entre 1862 y 1979. El juzgar si el relato se ajusta a la realidad es trabajo para médicos e historiadores, porque el entretenimiento y la calidad están aseguradas en esta ficción que promete una narración serializada y lineal con elementos misteriosos como ese burdel al que acude John en China Town.

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