Aunque una parte de nuestra mente seguía en la Patagonia con Viggo Mortensen y el mundo creado por Lisandro Alonso en la película Jauja (que vimos hace dos días), el festival continuaba y teníamos que seguir con la actividad. El pasado martes, día ecuador del evento cinematográfico, tocó visualizar In Her Place del coreano Albert Shin, Historia del miedo del argentino Benjamín Naishtat y Limbo de la alemana Anna Sofie Hartmann.
Como ya es rutina, la mañana empezó con una película de la sección de Nuevos Directores. In Her Place, una coproducción de Canadá y Corea del Sur, cuenta la historia de una mujer que se traslada a una granja rural donde viven una madre y una hija con la intención que, cuando la más joven tenga el bebé que está esperando, lo adopte la mujer ajena a la familia.
"In Her Place" convence mientras "Historia del miedo" hace aguas en el festival
Una idea interesante, además de oponer dos mundos diferentes (la mujer de un mundo rico y la familia de un pueblo humilde y pobre), la película va funcionando como una bomba de relojería en el que uno va viendo que no acabará bien, creando cada vez más tensión y nervios. Tres personajes muy bien creados y con unas interpretaciones óptimas. Además, el espectador consigue el equilibrio perfecto entre tristeza y dramatismo, sin pasarse para que la historia no pierda verosimilitud.
La siguiente película que vimos por la mañana era completamente diferente a la propuesta coreana en todos los aspectos. Englobada dentro de la sección Horizontes Latinos, el argentino Benjamin Naishtat llegaba para presentar Historia del miedo. Situada en un barrio de los suburbios, los apagones y las olas de contaminación llevan al desorden social, obligando a los ciudadanos a enfrentarse a sus instintos y medios.
Una propuesta interesante a la vez que ambiciosa y arriesgada: una serie de situaciones en las que el espectador puede sentirse incómodo o sentir miedo, pero sin caer en los tópicos del cine de terror, es decir, planteaba las diversas situaciones, pero todas con un final normal, como si no hubiera pasado nada. El riesgo de hacer una película de situaciones de este tipo, añadido a que la gente se esperaba otra cosa con el título y la sinopsis, ha causado que gran parte de la sala no disfrutara de la película. Difícil conectar con el film, si uno no es consciente de lo que va a ver.
Otra premiere mundial
El turno de tarde solo contamos con una proyección, una premiere mundial, la ópera prima de Anna Sofie Hartmann. Limbo tiene lugar en un pequeño pueblo rural de Dinamarca donde una chica de instituto, Sara, empieza a enamorarse de una de sus profesoras del instituto, desarrollando una conexión muy especial entre las dos.
Esta cinta se puede incluir en el grupo de películas que dan más importancia al universo narrativo que la trama en sí. No es tan importante explicar una historia muy fijada y de forma concreta que crear todo un ambiente en el que espectador y protagonistas comparten la trama. Eso se debe al ritmo lento, los planos largos, la atención al paisaje y aquellos sitios que no forman parte de la trama pero sí son importantes en el pueblo donde pasa la historia.
En "Limbo" no es tan importante la trama como el universo narrativo que hay entorno a ella
La intención es que el espectador pueda entrar en la historia, de esta forma puede simpatizar mucho mejor y entender más las situaciones de los protagonistas. Pero, para que esto ocurra, el espectador debe tener la paciencia inicial y dejarse llevar al mundo que ha creado la directora. Si eso se consigue, el espectador disfrutará mucho del metraje. Por otra parte, si el espectador no es capaz de entrar dentro, la película se le hará muy pesada, lenta e incomprensible. En este caso, nuestra experiencia ha sido grata y hemos disfrutado de nuestra estancia en "el Limbo".