Hace apenas dos días, Playboy publicaba en su página web una entrevista a Gary Oldman que mostraba la cara más brutalmente sincera e indignada del actor londinense. En ella, comentaba los incidentes protagonizados por su compañero de profesión Mel Gibson, entre otras cosas.
Gibson fue detenido hace un tiempo por montar un escándalo caracterizado por el uso de lenguaje antisemita. Oldman se limitó a arremeter contra la hipocresía y la falta de capacidad de aceptar una broma por parte de la sociedad y, a raíz de ello, el inglés se ha visto obligado a dirigir una carta a la Liga Antidifamación (ADL) tras los cargos presentados por la divulgación de antisemitismo contenida en las palabras del actor.
«Me arrepiento profundamente de que los comentarios que hice en la entrevista con Playboy resultaran ofensivos para la comunidad judía. Tras leerlos impresos me doy cuenta de lo insensibles que pueden parecer y de cómo podrían contribuir al fomento de un falso estereotipo». Así comienza la misiva redactada por Oldman, quien no ha podido resistir la presión de recurrir a esa "corrección política" que tanto criticaba para Playboy con el fin de disipar el descontento de la ADL.
"Espero que entiendan que esta disculpa es sincera, auténtica y que siento una enorme afinidad personal con el pueblo judío en general."
A pesar de todo, da la sensación de que, debido a su carácter fuerte y a sus férreos ideales, el londinense no pudo evitar finalizar la carta con un atisbo de sarcasmo, aunque probablemente más inofensivo que malintencionado:
«Me gustaría terminar esta carta con un “Shalom Aleichem” pero, teniendo en cuenta las circunstancias, puede que hoy haya perdido el derecho a utilizar esa frase.»
La estrella de televisión Jimmy Kimmel recibió a Oldman en su programa el mismo día en que se publicó la entrevista. Tras agradecerle que no cancelara la cita debido a la controversia causada, le preguntó por el asunto en cuestión. En el programa Jimmy Kimmel Live, el actor describió sus palabras como "insensibles, ofensivas y perniciosas" y se disculpó especialmente por la posibilidad de haber decepcionado a sus fans más jóvenes. Confesó que a sus 56 años debió de haber pensado sus palabras dos veces antes de hablar.
Kimmel trató de quitarle hierro al asunto bromeando "sé que no debería, pero estoy muy contento de que alguien tenga que disculparse en este programa y que por una vez no sea yo."