La violencia en el cine de Haneke
Fuente: enclavedecine

Amante de la música desde muy temprana edad, Haneke ha centrado su carrera cinematográfica en el instinto violento de la humanidad. Pero esta violencia no se basa en la explotación explícita de la misma. En el cine de Haneke no hay chorros de sangre, ni sesos, ni entrañas en las paredes. Su terror no se basa en luces fluorescentes intermitentes ni en lunáticos asesinos. El miedo, el terror y la violencia de Haneke son mucho más cercanos que los estereotipos típicos del cine comercial.

Haneke realiza películas realistas que hablan de cosas reales de la vida. En sus filmes no existe un acuerdo de que va a haber un final feliz, ni para los personajes ni para los espectadores. El cine de Michael Haneke remueve las entrañas por su cercanía y su brutalidad. El director considera que el cine debe mantener un lazo estrecho con el espectador para, así, afectarle y hacerle partícipe de la experiencia cinematográfica.

Haneke habla sobre el mal, el egoísmo y la culpa. Para el director austríaco éstos no son atributos deleznables ni negativos, únicamente son el resultado y parte de la naturaleza humana.

El realizador de filmes como Funny Games (Funny Games, 1997) o Amor (Amour, 2012) critica duramente la visión de la violencia como placer. Podemos encontrar ejemplos claros de esta visión en los filmes slasher o de terror gore. La deshumanización de la violencia, el dolor y el mal sin sentido, no forman parte del universo de Michael Haneke. Uno de los elementos que diferencian la violencia en el cine de Haneke del de otras tendencias es, sin duda, el humor. El humor hace que la violencia sea menos violenta, más aceptable y, por ende, más consumible.

A pesar de lanzar duras críticas contra el cine comercial más violento, sus filmes, irónicamente, se han convertido en obras de culto. El impacto sobre el espectador ha provocado que Haneke tenga un público muy fiel al que no le atormenta enfrentarse a los temores que la vida genera; el miedo a la muerte, el terror de la senectud, la banalización de la violencia, la violencia como acto lúdico, el amor desgarrador…

Haneke ilumina, disecciona y analiza los aspectos más sombríos del alma humana mediante una violencia realista, cruda y fría que busca más que el espectador halle una sensación que no un gozo de aquello que está viendo.

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