El Juego de la Muerte es un documental coproducido entre Suiza y Francia que lleva a cabo el conocido Experimento de Milgram. Esta nueva versión del experimento se enmarca en un programa de la televisión francesa en el año 2009. El objetivo del experimento se basa en medir la disposición de un participante para obedecer las órdenes de una autoridad, en este caso una presentadora de televisión, aun cuando dichas órdenes entraran en conflicto con la consciencia personal de los participantes.
El experimento se basa en realizar una serie de preguntas a una persona que tiene electrodos conectados al cuerpo. Por cada respuesta inválida se le proporciona una descarga eléctrica y se sube el voltaje del siguiente error. Así de forma consecutiva hasta llegar a los 460 voltios. Los resultados fueron impresionantes. En el experimento original de Milgram ocurría es una sala y los roles estuvieron definidos como el “maestro” y el “alumnos”. Se comprobó que el 65% de los sujetos que participaron como "maestros" en el experimento administraron el voltaje límite de 450 voltios a sus "alumnos".
En El Juego de la Muerte los participantes se trasladan a un plató de televisión. El poder de las cámaras, las infraestructuras singulares del mundo de la televisión, el público y los presentadores se hacen notables en esta versión del experimento. A los participantes se les hizo creer que participarían en el episodio piloto de un concurso falso llamado la zona Xtrema y que no obtendrían ningún premio, que en principio era un millón de euros para los dos participantes. Un actor encubierto como participante debía aprender 27 asociaciones de conceptos y contestar correctamente para librarse de las descargas eléctricas. Paralelamente se medían también las reacciones del público, que igualmente creía ser público de un episodio piloto. El resultado de esta versión fue superior al experimento del 1963. El experimento mostró 81% de obediencia en los sujetos que realizaron todo el recorrido y un comportamiento del público completamente sumiso a las exigencias del falso programa. Esto supone un 19% más de obediencia que en el Experimento de Milgram de 1963.
El poder de la autoridad se centraba en unas pocas frases imperativas entre las cuales había “Continúe, por favor” o “Es absolutamente esencial que usted continúe”. Los participantes podían abandonar el falso concurso en cualquier momento pero la figura de la autoridad y el poder de la televisión hacía que los sujetos siguieran las órdenes a pesar de que, moralmente, no estaban cómodos con dichos actos. En 1999, Thomas Blass, profesor de la universidad de Maryland publicó un análisis de todos los experimentos de este tipo realizados hasta entonces y concluyó que el porcentaje de participantes que aplicaban voltajes notables se situaba entre el 61% y el 66%.
Dichos experimentos, y esta misma versión del 2009, demuestran el poder de la autoridad y de la televisión sobre las decisiones de las personas y recuerdan el poder de las fuerzas autoritarias, como las nazis en Alemania en los años 30 y 40. El apogeo de programas y canales sádicos, violentos y explícitos alerta de dichas conductas sobre los espectadores. La ficción y la voluntad se entremezclan en un juego peligroso que puede llevar al descontrol de las acciones a cualquier persona que no sea consciente de dicha manipulación.