La situación en Ucrania asusta. Asusta ver cuarentones entrados en canas lanzando indiscriminadamente cócteles molotov a los tanques blindados de las fuerzas de represión ucranianas, que no titubean a la hora de lanzarse cual kamikazes contra las barricadas improvisadas que los opositores han distribuido a lo largo y ancho de Kiev , principalmente en la Plaza de la Independencia. Asusta ver cómo francotiradores contratados por el Estado derriban uno a uno manifestantes que caen como bolos, colaborando así para que la cifra de asesinados (en su mayoría por las fuerzas represoras del Estado) siga subiendo. Asusta. Pero nos hace reflexionar. ¿Es este el resultado de un conflicto de intereses económicos? ¿Realmente desean con tanta vehemencia los manifestantes la entrada de Ucrania en la Unión Europea hasta el punto que no les importa perder su vida en ello?
La respuesta no es tan simple. El conflicto ucraniano no es un mero conflicto económico en el que se decide bajo la influencia de quién estará el país, es también un conflicto cultural. Ucrania es un complejo territorio que ha sobrevivido en la periferia de Rusia o de la URSS como país satélite, pero que a la vez funciona de frontera con Occidente. Así nos encontramos con dos tipos diferentes de ucranianos: los pro rusos y los pro europeos. Pero pertenencia a uno de estos grupos no significan solamente querer tener un tratado económico con estos territorios. Es un tema totalmente identitario.
Ucrania es un complejo territorio que ha sobrevivido en la periferia de Rusia o de la URSS como país satélite, pero que a la vez funciona de frontera con Occidente
Los ucranianos que viven en el Este y en el Sur del país están mayoritariamente bajo influencia rusa. Esta zona fronteriza con Rusia en el pasado gozó de buenas condiciones económicas debido a una cierta industrialización. La población habla mayoritariamente ruso y podría decirse que si se viesen frente la necesidad de elegir si prefieren formar parte de Rusia o de Ucrania es probable que eligiesen la primera opción.
En el otro extremo tenemos a la otra Ucrania. La Ucrania del Oeste, la que se asienta sobre los territorios de la Galitza, colindante con Polonia. Es mucho más europeísta, siente recelo de Moscú ya que nunca dejaron de considera a Rusia como un invasor, y su pasado tiene más en común con Polonia o con Austria-Hungría que con Rusia.
De esta forma nos encontramos con una sociedad netamente polarizada. Una sociedad en que dos culturas diferentes, dos maneras distintas de comprender el mundo se enfrentan, abriéndose así una dicotomía constante que a día de hoy parece insalvable.
El presidente Yanukóvic es radicalmente pro ruso y representa a este sector de la población. De ahí las reticencias y las barreras que ha tenido a la hora de firmar el pacto de comercio con la UE, hecho el cual fue el catalizador que encendió la llama de los conflictos. Y en esto radica el quid del asunto.
El conflicto cultural que tiene lugar en Ucrania ha sido aprovechado por las oligarquías europeas y rusas para que sus conflictos de intereses pasasen a un plano nacional. Cuando uno lee artículos de prensa que hablan sobre este tema se encuentra con que se habla de una solución “que beneficie a la UE” o “que beneficie a Rusia”. ¿Y qué beneficia a Ucrania?
Ni Rusia ni la UE están dispuestos a dar el brazo a torcer. Ucrania es un manjar casi imposible de encontrar en otro sitio, el fruto prohibido. Para la UE supondría un acercamiento a los países ex soviéticos, eterno objetivo desde la caída de la URSS. Por su parte, para Rusia supondría dar un golpe encima de la mesa y decir “sigo aquí”, es decir, reclamar su autoridad en la zona. Pero lo que es seguro es que para todos ellos significarían grandes beneficios económicos. Y, ¿quién puede resistirse?
El pueblo ucraniano ha sido traicionado. Han salido a la calle a reclamar una vida más digna y una mayor autonomía frente al ansia totalizadora rusa, sin embargo ahora su legítima lucha ha sido corrompida y la han transformado en la lucha de otros. Siglas de todos los colores están surgiendo, organizaciones paramilitares, grupos armados de ciudadanos que se matan unos a otros. Los partidos de la oposición utilizan la sangre que corre en las calles para sus propios intereses, y los sectores pro gubernamentales hacen lo mismo. El proletariado lucha contra el proletariado por una guerra de la oligarquía.
El proletariado lucha contra el proletariado por una guerra de la oligarquía
¿Qué pasará con todas estas mujeres y hombres que están arriesgando su vida cuando se den cuenta de que han peleado por el bienestar de otro? ¿Quién les dirá que la UE no los quiere para que su nivel de vida mejore, sino para demostrar que tiene más poder que Rusia y para, de paso, seguir embolsándose beneficios?
Lucha de intereses. Nadie quiere perder ni un solo peón en el tablero mundial. Mientras tanto, en las calles de Kiev siguen cayendo, uno, dos, tres, cuatro, setenta, cien, ¿cuántos ciudadanos más?
El pueblo ucraniano se está asesinando para decidir quién será su amo. La oligarquía y la tiranía se visten de democracia, pero aunque la mona se vista de seda, mona queda.