Bastaron ocho segundos sin sonido y una sola imagen de un video subido en internet para catalogar a Lizzie como la mujer más fea del mundo, pero como el ser humano es maravilloso y en este caso extraordinario, Lizzie quiso rellenar ese doloroso silencio con su voz, dejando atrás ese impenetrable silencio, descendiendo por la vereda rocosa con un discurso motivacional que se ha convertido en una auténtica lección de vida para el resto del planeta.
Elizabeth Ann "Lizzie" Velásquez nació en Austin, Texas un 13 de marzo de 1989, pero no vino al mundo como primogénita y un pan debajo del brazo sino de forma prematura y con la ausencia de líquido amniótico que la protegiera. El hecho de que sobreviviera al parto fue todo un milagro, los médicos no daban crédito al grito de aquella recién nacida para la que auguraban un futuro ciertamente desalentador y muy pocas posibilidades de seguir con vida. A sus padres primerizos la noticia les cayó como una bomba, quedaron transitoriamente en estado ‘shock’ al conocer las previsiones médicas sobre el futuro que le deparaba a aquella niña prematura que vino al mundo, con un peso de sólo 1,219 Kg y una rara enfermedad neonatal vinculada a la progeria. Los médicos les dijeron que jamás caminaría, que nunca hablaría y que por supuesto no tenía la más mínima posibilidad de llevar una vida medianamente normal. Pero sus padres tras aquel tremendo golpe inicial reaccionaron con celeridad y una prueba de amor indestructible. Con la naturalidad del cariño les dijeron “Queremos verla “ y se llevaron a Lizzie a casa para darle amor y criarla lo mejor que pudieron, como una niña normal.
Así Lizzie fue pulverizando pronósticos médicos y tuvo una infancia relativamente normal gracias al cariño de unos padres que le enseñaron los verdaderos valores de la vida, entregándose al 150% para que fuera feliz. Lizzie se sentía igual pero comenzó a percatarse de que sería por siempre tratada de forma diferente cuando una niña pequeña se asustó al verla en el jardín de infancia. Luego cuando tuvo que enfrentarse al reto de su integración social y en el sistema educacional comprendió que constantemente tendría que superar la barrera del prejuicio, de los crueles cánones estéticos, pero que los límites de lo que podría llegar a ser en la vida únicamente los pondría ella: "Era mi primer día en la escuela y nadie quería tener que ver conmigo. Yo me preguntaba por qué, qué les había hecho. Tuve que ir a casa y preguntar a mis padres qué había hecho mal. Ellos contestaron: "lo único que te hace diferente es que eres más pequeña que los demás. Tienes un síndrome extraño, pero no definirá quién eres". “Ve a la escuela, continúa sonriendo, sigue siendo tú mismo y la gente acabará percatándose de que eres justo como ellos”.
Su enfermedad no le permitiría jamás subir de los 25 kilos de peso, pero de aquel síndrome extrajo una fuerza de voluntad, un torrente de optimismo y positividad que la convirtieron a adalid de la lucha contra los prejuicios. Pese a que solo puede ver con un solo ojo, pese a la enorme cascada de limitaciones físicas que le impone su enfermedad, es capaz de ironizar sobre ella, restando trascendencia a la vital importancia y el equivocado mensaje con el que nos bombardea incesantemente la sociedad sobre la necesidad de poseer un físico con unas medidas perfectas. No puede ver con un ojo, pero ve con el otro y lo que es mucho más relevante, ve mucho más allá de lo que podemos ver la mayoría de nosotros.
Para poder dar luz a los demás uno tiene que ser luz para sí mismo, solo de esa forma podrá encontrar su identidad sin ningún tipo de limitaciones. Y Lizzie ha luchado con denuedo para ello, logrando revertir por completo la imagen que los demás tenían sobre ella. Aquel video que colgaron para mofarse de ella durante su etapa universitaria se puede catalogar como mera anécdota ante su inspiradora charla TED, pronunciada en Austin en Diciembre del año pasado, pues Lizzie ha logrado abrir un poco los ojos al mundo con un video que se ha convertido en uno de los fenómenos virales de la red que más merecen la pena.
Al escucharla, al verla nos queda la sensación de que Lizzie nació para ello, es un bello milagro desde que llegó al mundo y lo más revelador de su lucha y su discurso es que nos hace reflexionar seriamente sobre lo que nos define a cada uno de nosotros. Existe gran belleza en la observación, pero la belleza más real y pura radica en ver las cosas como son psicológicamente, internamente, en aquello que llevamos por dentro y no es solo el relleno de un físico perfecto, sino la base fundamental de las personas. Lo que nos define no nos mira cada día al espejo, no nos devuelve una apariencia bella o monstruosa, sino que se encuentra escondido en nuestro interior y es realmente lo que debemos entregar a nuestros semejantes para hacerles ver lo que realmente somos y valemos.
Por ello esta pequeña gran mujer es como una gran ecuación de la verdad, Lizzie ha superado su enfermedad, está muy por encima de ella y jamás le ha impedido conseguir sus metas, con las que ha conseguido definirse como persona. El sistema de apoyo de su familia resultó fundamental, pues cada día se despertaba soñando con no ser diferente, pero ellos le enseñaron a que aquello no podía definir lo que realmente sería. Como dice Lizzie la vida, nuestra vida está puesta en nuestras manos y somos nosotros los que debemos decidir qué hacer con ella, pues vamos sentados en el asiento delantero del coche y llevamos agarrado el volante con las manos.
Lizzie decidió ser feliz y se dispuso seriamente a conseguir evitar que aquellos que la llamaban monstruo la definieran, peleó para definirse a sí misma. Sus metas, sus logros, sus éxitos la definieron, no su apariencia ni sus limitaciones físicas. Utilizó los prejuicios de la sociedad hacia ella como escalera para revertir la situación. Quiso convertirse en oradora motivacional, escribir un libro, ir a la universidad, tener una familia y su propia carrera. Ocho años después Lizzie asombra al mundo con su discurso, va camino de publicar su tercer libro, se ha graduado en la universidad, está obteniendo un grado en la rama de comunicaciones en la Universidad de San Marcus de Texas y una especialización en inglés. Hizo uso de sus trepidantes experiencias en la vida y la negatividad de aquellas personas que le decían que no podría hacer realidad sus sueños, para alimentar su fuego, su motivación y conseguir sus metas. Por ello su discurso, el discurso de un grandioso ejemplo de oradora motivacional concluye con un consejo y una reveladora pregunta: Recuerda que la valentía comienza aquí y jamás olvides cuestionarte ¿Qué es realmente lo que te define?