Y una sombra perfila tu atlética figura a pocos metros del estadio Da Luz, testigo de tu historia, de tu tiempo. Y allí a la orilla de tu triunfo llegan tinieblas para envolver las luces de tu felino cuerpo. Sombras juguetonas como diría el genial Manolo Melado, sombras de Peter Pan, que hacen movimientos diferentes al personaje y vuelven locos a sus perseguidores, aquellos que solo pueden aspirar a atrapar tus sombras chinescas, lejanas del personaje real y visible que viaja con el viento. Viento que acompaña una ráfaga huracanada mozambiqueña, llegada de Lourenço Marques, coqueta ciudad en la que corrías al son de los ritmos más latinos de África. Tu carrera un viaje de ida y vuelta entre el Yembe, las ‘Modinhas’ y el ‘Fado Batido’. El ritmo y la melodía del viento.
Sombras de Fado, ¡Fado! porque me faltan tus goles. ¡Fado! porque me falta tu zancada. ¡Fado! que no quedó en el olvido. ¡Fado! que se fue con tu sombra.
Sensaciones producidas al contemplar la piedra viva que constituye y representa la escultura erigida en tu recuerdo junto al histórico estadio de Benfica que tanto disfrutó con tu estelar aparición. La fulgurante irrupción de una Pantera negra llamada Eusebio.
Un bello recuerdo que hace justicia a uno de los mejores jugadores de la historia, fuente de inspiración y de apoyo para posteriores generaciones del fútbol portugués. El perfil de bronce que saluda a los visitantes y da la bienvenida a los seguidores de Benfica, hijos de generaciones pasadas que disfrutaron con el juego de la Pantera. Miles de hinchas que poco antes de pasar bajo las majestuosas alas del Águila Imperial echan un fugaz vistazo al viejo ídolo que les transporta hacia ese bucle espacio temporal en el que la gloria se escribía con G de Guttman. Y es que el tiempo no es sino el espacio entre nuestros recuerdos
La estatua posiblemente más fotografiada de Portugal que fue inaugurada un 25 de enero de 1992, con motivo de su quincuagésimo aniversario, una obra del escultor norteamericano Duker Bower, y donada por Vítor Baptista, un azoriano radicado en Estados Unidos y gran seguidor benfiquista. La pose de bronce que perfila sombras, sueños, y vivos recuerdos, porque lo que no se convierte en recuerdo, no fue y porque los hombres pasan pero los recuerdos quedan, como quedan las obras de aquellos que algo hicieron.
La instantánea del ídolo, el perfecto juego del artista, la luz de Sorolla y las sombras dentro de las sombras de Velázquez. La veloz estela de una Pantera negra, el desbocado apetito de un felino que viajó a velocidad de la luz, su fiel compañera, el “genio de Mafalala”, un chico con cuerpo y piernas de velocista, campeón júnior de atletismo de 400, 200 y 100 metros lisos con la gran marca de 11 segundos. Puro poder africano, puro gol, salto, potencia, talento e inteligencia. Una leyenda en bronce y rojo de Benfica, su relación con la pelota y sus sortilegios, una afición que le disfrutó durante quince inolvidables años, sus brazos erguidos al recuerdo y una sombra felina en Da Luz sobre la que se desparraman ramos de flores en memoria de Eusebio da Silva Ferreira, uno de los mejores jugadores de todos los tiempos que nos dejó a la edad de 71 años.
Fotos: (www.treklens.com)