Más de una vez, en círculos reducidos y bromeando, he comentado mi intención de presidir un día Cataluña. 'Cuando sea presidente de la República socialista catalana' es una frase llena de improperios que cuestan de ordenar. Jugando a las probabilidades, no sé si es más difícil que Cataluña se independice, que el estado resultante sea socialista, o que yo fuera su presidente: una utopía tras otra decoradas con un punto de egolatría personal infumable. Siguiendo en este juego, he comentado que una de mis primeras medidas sería organizar excursiones educativas por los partidarios del liberalismo económico, los seguidores del Dios mercado que todo lo ordena y todo lo maneja. Sí, aquellos que piensan que la productividad lo justifica todo, que no descartan la esclavitud, justican el imperialismo y siempre encuentran alguna forma de normalizar las violaciones flagrantes de los derechos humanos en todo el mundo con un escueto 'las cosas podrían ir aún peor .' Cada día hay más de éstos, incluso entre la juventud , un colectivo normalmente vinculado a los movimientos sociales y a las revoluciones: en épocas de vacas flacas , el individualismo se convierte en una solución rápida para mucha gente. Y ahora, con el simpático colonialismo cultural yankee - y el estricto pensamiento protestante del mérito y el trabajo, del 'self -made man' - ocupando nuestras vidas, la adopción de estas posturas es prácticamente natural.
Yo, de forma gratuita- lo pagaría el estado , lo cual les indignaría profundamente por la falta de eficiencia de la medida-, les enviaría de excursión a unos campos de entrenamiento, a unos centros de pruebas donde podrían ver cómo funciona el libre mercado. Estos centros de internamiento tendrían pocas normas, pero deberían cumplirse sin ningún tipo de excepción posible: encerrados en edificios sin luz, los liberales deberían coser camisetas del Barça y balones de fútbol durante 18 horas al día a cambio de un salario de unos 30 euros al mes. No podrían salir durante 5 años, y durante esa estancia de tiempo no podrían federarse, sindicarse o protestar para mejorar sus condiciones. No habría bajas por maternidad , ni limitaciones para el uso de sus hijos en estas jornadas laborales, tampoco tendrían ningún tipo de asistencia médica, y la única forma de dejar estos campos sería cuando estuvieran tan destrozados que ya no fueran útiles para hacer absolutamente nada. Obviamente sus demandas serían vistas como ' lujos ' que el país no se podría permitir, y el mercado ya se encargaría de poner a cada uno en su lugar por el bien de la productividad, el beneficio y el progreso de la economía mundial. Muchos de ellos acabarían muertos o inválidos, pero ya se sabe que siempre es mejor cobrar poco que nada, y que el sistema es así, qué le vamos a hacer, nadie dijo que el mundo fuera ideal. Después de 5 años en estas condiciones, los liberales podrían salir de los campos y recibirían una sola pregunta:
- ¿Cree usted en el libre mercado y el liberalismo económico?
Si la respuesta fuera afirmativa, la persona volvería al campo durante un periodo de 5 años más, para que tuviera tiempo para repensar y ver en perspectiva lo que significa el libre mercado más allá de la puerta de su casa. Y así podrían pasar el resto de su vida, hasta que un día murieran sin haber hecho nada más durante su existencia. Anónimos , con las manos gastadas, medio ciegos, miedosos y robotizados, despojados de su alma, de su esencia humana.
Con este plan electoral, ni siquiera mis amigos me votarían. Y mi sueño presidencial se desvanece entre sus respuestas indignadas:
- Pero Jaume, esto es excesivo, eso que propones es una dictadura. ¡Son campos de concentración!
Y no les falta razón. Mi propuesta tiene todos los elementos de cualquier dictadura o cualquier campo de concentración: despoja al individuo de su libertad personal, castra sus posibilidades de emancipación, destruye su capacidad de pensamiento, le obliga a hacer una actividad física que le mina físicamente y anula cualquier salida de este círculo diabólico. No hay esperanza de cambio, ya que el poder de esa persona ha desaparecido. Estaría en mis autoritarias y dictatoriales manos. Con este plan , yo perdería las elecciones y - gracias a Dios- nunca podría desarrollar esta idea enfermiza .
Sin embargo, tampoco haría falta. Esta realidad ya existe. En Bangladesh , Camboya o China , se fabrica ropa a precios irrisorios. En Costa de Marfil, muchos niños son apartados de sus familias para trabajar en plantaciones de cacao; siguiendo en el continente , niños y adultos se juegan la vida en la República Democrática del Congo para conseguir oro , diamantes , coltán: minerales que les garanticen una subsistencia precaria. La explotación está allí. Está en el campesino colombiano que ya no tiene tierra para cultivar, vive en su homólogo brasileño expulsado por los sicarios de las multinacionales, vuelve esquizofrénico al dominicano que vive entre los resorts de lujo en la costa y los barrios más miserables de Santo Domingo Nos parece natural, nos parece que 'es lo que hay', nos parece que ' siempre ha sido así ': una mentira tras otra para aceptar un sistema intolerable e insostenible . Pero el círculo de la explotación siempre se cierra, siempre hacen falta más beneficios, más dinero, más productividad , ergo más tierras, más pueblos y más trabajadores son expoliados. Quizás cuando nos toque a nosotros nos daremos cuenta de que la utopía es creer en el Dios mercado en lugar de intentar derrocarlo. Esta dictadura está plenamente instalada, estos campos de concentración funcionan. Y no son un plan electoral alocado y algo sádico de un joven paranoico y ególatra, son la imposición de una serie de personas a las que nunca hemos podido votar. Ni siquiera tuvieron el detalle de preguntar. Enjoy capitalism.