Después de haber ganado el premio del jurado en Cannes y llevarse el título de mejor película en los Gotham Independent Awards, la última película de los hermanos de Minnesota ha llegado a las pantallas de España. Trasladan el espectador a los años sesenta, para que contemplen unos pocos días de la vida de Llewyn Davis, un cantante de folk que vive en el Greenwich Village (Nueva York). Este, junto con su guitarra, va luchando para ganarse la vida como músico, a lo largo de un duro invierno en el que no tiene casa propia y va sobreviviendo gracias a la ayuda que le dan amigos y conocidos. Hasta que un día viaja a Chicago para hacer una prueba para Bud Grossman, un magnate de la música.
Los Coen no podrían volver en mejor forma, con una de las mejores obras de su trayectoria cinematográfica. Una película de un nivel emocional muy superior a sus antiguos trabajos y con una cosa que faltaba en sus últimas obras: profundidad y sinceridad personal. Una película donde el protagonista va navegando en un mar de tristeza y dolor; y es este lo que le permite cantar y componer sus canciones. La historia que se nos cuenta es como una pieza folk (como las que él canta); es decir, puro sentimiento verdadero. El espectador se verá desbordado de sentimientos cuando vea la película: melancolía, nostalgia, tristeza... Pero es normal, ya que los Coen nos están presentando un retrato de la derrota, de una persona que lo da todo por la música y que no se deja manipular o guiar por otros, sino que él es el único que decide por donde tiene que ir su vida.
Pero la película, en un primer momento, no parece tan dura gracias al surrealismo típico de las películas de los Coen. Estos momentos resultan cómicos, que provocarán las risas del público en muchos momentos, pero son unas risas que acaban doliendo, pues estos momentos surrealistas también nos muestran la oscuridad de ciertas ocasiones. Es decir, lo que han querido hacer los hermanos en esta película es, tal y como se puede palpar en otras obras suyas, mostrar la cara negra de las cosas, las persones y las situaciones de un modo simpático, con guiñoles que harán sonreír el espectador, pero que también lo llenarán de nostalgia y reflexiones.
A propósito de Llewyn Davis también se puede leer como un estudio de los personajes que forman esta historia, empezando por el protagonista y acabando por un músico de jazz con quien comparte coche para ir a Chicago. No hay personaje que pueda escapar del bisturí de los Coen, mostrando el interior de estos a los espectadores, para que puedan saber perfectamente como son cada uno de ellos. Esto no solo lo consiguen con un guion muy elaborado y pensado, también mediante un trabajo personalizado del elenco. Cada gesto de los personajes está pensado, con la intención de mostrar una parte de su carácter. Los resultados de este análisis también se hacen muy visibles a los ojos de los espectadores gracias a las brillantes interpretaciones de los diferentes actores y actrices que aparecen en la película, sobresaliendo la de Oscar Isaac, el protagonista.
Aunque la temática sea diferente que otras películas de los Coen, el estilo es claramente el suyo. Como antes ya se ha comentado, está lleno de momentos surrealistas que le dan el toque cómico. Pero también está lleno de detalles típicos de la época: el atrezzo, el vestuario, la música, los diálogos... Hasta algunas imágenes parecen estar rodadas siguiendo los patrones de los años 60 y mediante las cámaras de aquella época. Con todo esto consiguen que el espectador tenga la sensación de haber entrado en una máquina del tiempo y haberse transportado a las calles frías y nevadas de Nueva York de hace cincuenta años.
La banda sonora es excelente. Al tratarse de una película llena de música y llegando a adquirir esta tanta importancia como otra protagonista más, era importante que fuera tan buena como el resto de la película. Este nivel mínimo, la banda sonora de la cinta lo ha superado de mucho. Todo música diegética, la mayoría canciones originales de la película, con una voz de Isaac que más de uno pagaría por escucharlo cantar canciones folk en directo. Pero también otras que no son originales, como el guiño que hay al final de la película con un joven Bob Dylan (figura emblemática del folk americano), mientras canta Farewell, canción de su tercer álbum. A continuación les dejamos un tráiler de la película en la que suena esta canción de Dylan.