'De tal padre, tal hijo': espléndido retrato de familia
Foto (sin efecto): candidonline.

Después de su película anterior, Kiseki, Koreeda repite el mismo recurso, los niños, pero con diferente temática. Si en la obra del 2011 los dos pequeños formaban una pareja cómica, en este caso están rodeados de un entorno de cambios y momentos muy duros para los padres (y para ellos). De tal padre, tal hijo narra la historia de Ryota, un arquitecto obsesionado por el trabajo, quien vive con su esposa y su hijo de seis años; pero su mundo y todas sus expectativas se ven destruidas cuando los responsables del hospital donde nació el pequeño les informan que, debido a una confusión cuando nació, el niño fue cambiado por otro. A continuación les dejamos un tráiler y nuestra crítica.

El director japonés nos hace un retrato de los lazos familiares. De lo frágiles que pueden ser estos para un niño o cuando falta amor. Koreeda propone a los espectadores un dilema, si para los niños y la familia es más importante la sangre o el tiempo que se pasa con ellos. Dos posiciones opuestas que en la película se ven reflejadas en las dos familias, sobre todo en la figura del padre. Uno que está todo el día ocupado con el trabajo, por lo cual tiene más dinero pero menos tiempo para el hijo; y el otro que trabaja menos y tienen menos dinero pero puede destinar mucho más tiempo a jugar con los niños.

Con este dilema, el director también aprovecha para comparar dos mundos muy diferentes, el de la familia moderna y ambiciosa de la capital japonesa, con la unidad familiar más tradicional y natural de las afueras de Tokyo. Mientras en una el padre es muy estricto con su hijo y quiere que triunfe en todo; en la otra lo más importante para la figura paterna es que los niños se lo pasen bien y sean felices con lo que ellos quieran. Y en esta película se ve muy bien en cuál de los dos modelos los niños se sienten mejor y tienen más estima por su padre.

Magistral retrato familiar lleno de sentimientos y emociones

Aunque pueda parecer una película complicada o dura de ver por la profundidad y el dramatismo que llega a tener el tema, Koreeda consigue magistralmente un retrato familiar muy ágil de ver y simple de entender, pero que produce un gran impacto en el espectador. Una obra que en ningún momento se hace pesada gracias a la transparencia que utiliza el director japonés para contar la historia. Se deshace de cualquier efecto o diálogos complicados para hacer la cinta tan placentera y realista posible. Lo que importa aquí son los sentimientos de las dos familias y cómo estos cambian a medida que van reflexionando y va pasando el tiempo.

Quien da el toque de realidad definitivo son los niños con una actuación maravillosa. Puede ser que gracias a su ingenuidad infantil, que parece que lo que están viviendo sea tan real, los espectadores puedan sentirse identificados con los padres, y llegar a emocionarse de la misma forma que una madre cuando ve que su hijo se aleja o que un padre cuando su hijo no quiere verlo. Los hijos, una figura que el director utiliza tanto para añadir la alegría en los momentos más dramáticos (cuando entran en una comida importante disparándose con los dedos) como para protagonizar los momentos más duros (cuando el hijo huye del padre).

Una drama familiar en toda regla, con momentos alegres y cómicos junto con escenas muy tristes y duras, igual que la vida misma. Un retrato familiar, una foto de la realidad, una obra que Koreeda ha conseguido perfilar de forma extraordinaria hasta el punto de pensar que aquellos sentimientos tu también los has sentido (o los sientes) alguna vez. Con una banda sonora de Beethoven y Bach que, sólo con los elementos más esenciales, conseguirán una de las obras más íntimas y sentimentales de este año.

VAVEL Logo