Farrokh Bulsara nació en África. En 1946. Una infancia en la India, clases de piano, el pseudónimo Freddie y un futuro prometedor. A los 17 años se trasladaría a Londres, donde comenzaría una trayectoria musical con un final brillante. A pesar de sus colaboraciones y grupos anteriores, todo comenzó el uno de marzo del 71, cuando Freddie (que adquirió el característico Mercury gracias al My fairy king) conformó junto con Brian May (guitarra), Roger Taylor (batería) y John Deacon (bajo) una de esas bandas inmortales de calidad incalculable: Queen.

«El resto es historia del rock». En 1973 publicarían su álbum debut (Queen) y, dos años después, llegaría el mítico Bohemian Rhapsody que llenaría de popularidad al grupo y la personalidad de Freddie Mercury, que empezaría a extenderse más allá del Reino Unido. Un éxito que pervivió en auge hasta los ochenta, donde el cantante empezó su carrera como solista, con colaboraciones como la de 1987 con Monserrat Caballé (Barcelona). «Freddie desafiaba al estereotipo».

El 23 de noviembre del 91, Freddie Mercury confirmaba los rumores que habían comenzado ya tiempo atrás, por el estado físico del cantante. Al día siguiente, el sida terminaba con la vida de una de las más grandes figuras que nos ha regalado el rock. Tenía 45 años. Un año después de su muerte, se organizó un concierto homenaje en los que actuaron, entre otros, Elton John, Metallica, David Bowie, Guns N’ Roses, George Michael, Def Leppard o Liza Minelli.

Lejos de la música, Freddie Mercury destaca también por su labor en la lucha contra la enfermedad que tanto le tocó de cerca y que, finalmente, acabo con él. Hoy, veintidós años después, su voz, irrenunciable a nuestros oídos, pervive como una de las mejores que nadie jamás allá conocido.