'La Vie d’Adèle': amor sincero y desnudo
Exarchopoulos y Seydoux: protagonistas del amor. (Foto (sin efecto): agnesfilms)

La Vie d'Adèle es el último trabajo de Abdel Kechiche (Vénus Noire o Cuscús), protagonizado por Adèle Exarchopoulos y Léa Seydoux.

Aquí tienen una historia de amor real, sin tapujos ni maquillaje, como la vida misma. Una de las principales características de esta película es la de conseguir que, durante los 180 minutos de metraje, tener la sensación de estar viviendo la vida de otra persona. A veces llega a un nivel de realidad que parece un documental (aunque los recursos y la historia sea una ficción); como si el espectador estuviera siguiendo a Adèle con la intención de contemplarla e intentar entender sus problemas. El director consigue con habilidad que el espectador establezca una conexión total con la protagonista y pueda llegar a sentir en su piel todas las angustias, alegrías y tristezas que Adèle tiene durante su recorrido.

Aunque el amor sea el tema predominante de la película, el eje principal de ésta es la búsqueda interior de la joven Adéle. Como toda odisea, todo parece normal hasta que aparece la duda en su mente y, con la intención de solucionarla (o más bien, ocultarla), creará más dudas y malestar en su interior. Y será ésta búsqueda de su "yo" (y, en consecuencia, su felicidad), el camino por donde el espectador caminará durante estas tres horas magníficas.

Por fin nos enseñan una relación de amor tal y como es, tanto psicológicamente como físicamente. Esta segunda faceta ha causado polémicas en algunos sectores del público cinematográfico, por las escenas de sexo explícito. Pero, si la intención del autor era contar una historia de amor real y "completa", era vital mostrar todas las partes que comparten esta tradición: desde las primeras miradas entre las dos protagonistas hasta sus orgasmos más íntimos. Convirtiendo así una de las largas escenas de cama, en una de las más bonitas que se han rodado nunca; son estas secuencias en las que se pueden ver de verdad el cariño que une a estas dos jóvenes francesas.

Cabe destacar que, otro logro de esta película, es la fantástica interpretación de las protagonistas. Es gracias a su sincera actuación que el espectador puede llegar a tocar sus lágrimas o sus sonrisas. Por esta razón ellas también recibieron la Palma de Oro de Cannes, siendo así de las pocas mujeres que lo han recibido. Sinceramente, se lo merecen; esta obra no sería tan buena sin Seydoux y Exarchopoulos.

El director también se sirve del primer plano para mostrar como se sienten los diferentes personajes que pasan por la vida de Adèle. Son principalmente estos planos tan cerrados los que estructuran esta película. ¿La razón? Es en los ojos y las expresiones de las dos enamoradas donde se puede apreciar qué sienten e, incluso, qué piensan. No hacen falta palabras en estos momentos. Para añadir dramatismo a la situación, también recurre a planos detalle, principalmente de los labios y las manos.

Es una película que no deja frío al espectador. Es de aquellas obras que, una vez se ha salido del cine, a medida que pasa el tiempo, uno se da cuenta que le ha causado muchas sensaciones dentro y que van saliendo poco a poco. Posiblemente, de las mejores películas que se han estrenado este año.

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