Frío y carne en las calles de Granada
Antonio de la Torre da vida a Carlos, un reputado sastre de Granada que se alimenta de carne humana. (Foto (sin efecto): sensacine)

Caníbal es parte de una historia. Y es una historia en sí misma. Es algo que ya hemos visto otras veces en el cine, por ejemplo en Shame, esa joya que Steve McQueen nos presentaba en 2011 con un fabuloso Fassbender en la piel de un enfermo sexual. Basándose en la novela de Humberto Arenal, Manuel Martín Cuenca (La flaqueza del bolchevique, La mitad de Óscar) ha creado una cinta atemporal, que bien podría situarse hace quince años o dentro de diez. A esto ayuda mucho una cuidada ambientación en una de las más bellas ciudades del mundo, Granada, donde tradición e historia están impresas en cada rincón.

Carlos es un acomodado sastre de la ciudad. Un hombre ordinario, con una vida también ordinaria. Pero detrás de la respetable apariencia que ofrece de cara al público encontraremos a un ser despiadado y enfermo, cuya auténtica pasión es la carne humana. Desde la ventana de su taller se vislumbra su auténtica naturaleza: la de un cazador que sale a campo a por su presa, mujeres desconocidas que se cruzan por su camino. Al igual que en la cinta de McQueen, no se conocerá el pasado del protagonista, ni tampoco se desvelará su futuro, pero el espectador se emocionará con parte de una vida que se nos relata.

De la Torre ofrece una de las mejores interpretaciones del año

Antonio de la Torre da vida al protagonista de la historia, un personaje que requería una capacidad de interpretación de alto nivel. No se trataba de realizar grandes escenas de acción ni de pronunciar medidos diálogos que conmoviesen al espectador. Cuando Carlos corta con sus herramientas de sastre la tela de su nueva pieza, igual que cuando con su cuchillo desmenuza el trozo de carne del que va a alimentarse, vemos a un impecable actor al que ineludiblemente nos creemos. En Caníbal lo más importante es el silencio, la luz, las miradas y los gestos. No es necesaria la violencia explícita ni el derroche de sangre. En Caníbal se cumple la premisa de ‘menos es más’.

Descubrir la maravillosa vida que ocurre en las estrechas y antiguas callejuelas de Granada, donde el misterio y la oscuridad ambientan a la perfección la historia que se cuenta, o trasladarse a una fastuosa Sierra Nevada cuyo frío y color va en consonancia con el carácter del protagonista son otros de los alicientes del filme. Sin duda rodar una película en un enclave tan singular es siempre algo que da puntos a su favor, y que ya ha sido premiado en el Festival de San Sebastián con el premio a la Mejor Fotografía. La película también fue seleccionada como una de las cuatro candidatas para representar a España en los Oscar, y aunque finalmente no fuera la cinta escogida, no hay duda de que su éxito culminará con una ceremonia en la que no debería faltar, los Goya.

Imprescindible pieza del cine español del año y magistral interpretación por parte de su protagonista.

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