Terence Malick ha sido siempre tildado de un director raro, extravagante y difícil de comprender. Esta fama ha sido obtenida por largometrajes como La delgada línea roja y sobre todo por El árbol de la vida, donde la mayoría de los espectadores no entiende nada en una especie de juego onírico con luces y nebulosas en medio del metraje que es difícil de comprender.
Con estas ideas se puede estar más o menos de acuerdo pero lo que es taxativamente innegable es que Malick empezó en el cine con una premisa clara, contar historias emocionantes con una fotografía digna de admiración y provocando reflexiones de su público en cada escena del metraje.
Malas tierras comienza con un monólogo de la protagonista femenina (Sissy Spacek) que resume su vida en pocas frases y ya, de alguna manera, la película une su vida con la de un basurero interpretado por Martin Sheen, que tras perder este trabajo decide dar un giro a su vida y dedicarse a conseguir lo que quiere, sea cual sea el precio que tenga que pagar por ello.
Una historia real
La película está basada en hechos reales y cuenta la historia de uno de los primeros asesinos en serie de la sociedad americana. El director Malick refleja de manera brillante esta historia sin dejar ningún cabo suelto y superando con creces a otras películas que intentaron contar esta historia posteriormente (Amor a quemarropa, por ejemplo)
La historia de amor recuerda en ocasiones a la adaptación de Lolita que hizo el gran Stanley Kubrick hace varios años, ya que la protagonista tiene 15 años y siente atracción por un hombre mucho mayor que ella que probablemente no le conviene. Por todo esto su padre piensa de esta manera e intenta evitar su amor por todos los medios.
En esta película Malick da peso capital a la voz en off, que acompaña a las escenas más emocionantes y no duda en dejar a los personajes que realicen acciones incluso bastante pausadas para usar este recurso para dar ritmo y para adelantar en la historia y contar de alguna manera lo que se ve o ni siquiera se percibe a lo largo del film.
En cuanto a los géneros, tenemos el género romántico porque la película al fin y al cabo cuanta una historia de amor y a partir de ahí esta se bifurca y comienza a desarrollar muchos otros subgéneros que van dando forma a la película en una especie de amalgama de escenas que Malick sabe combinar a la perfección para que el público no pierda el interés en ningún momento.
Espectacular fotografía
Mención especial para la fotografía que da mucho peso a los escenarios donde se ha rodado la película tratándolos prácticamente como si fuese un personaje más, majestuoso e impresionante que acompaña a los dos protagonistas en sus aventuras y en su huída hacia la felicidad. Incluso en escenas de interiores hay planos que son pura poesía en el que se ve la minuciosidad de Malick para componer cada uno de ellos.
Es también interesante ver el cambio de personalidad a modo de metamorfosis que sufre el personaje encarnado por Martin Sheen a lo largo de la película. Es otro de los aspectos que provoca un análisis extenso cuando un espectador ve la cinta porque no es gradual sino que su carácter va increscendo hasta que llega un punto de la película que vuelve a decrecer y se llega a estabilizar .
El director en esta película no se muestra como un juez que distingue entre lo que está bien o lo que está mal, simplemente narra unos hechos que conforman una historia y es el espectador el que tiene la potestad de elegir que es lo éticamente correcto y que ,por el contrario, es inmoral o negativo. Malick disecciona al asesino pero no lo condena.
Curiosidades de la película
Como curiosidad esta película deja ver prácticamente por única vez a este director ya que no concede entrevistas ni es dado a airear ningún aspecto de su vida privada. En este film aparece en un pequeño papel acudiendo a la casa en la que se encuentran escondidos los dos protagonistas, como se puede ver en la foto inferior.
Otra curiosidad es que la película se llama Malas tierras en referencia a las tierras de Montana que reciben este nombre porque era un escondite habitual para los bandidos de la época , ya que lo usaban como refugio cuando debían huir de su tierra natal.
En definitiva una película que podrán apreciar fácilmente casi todos los espectadores que decidan verla, algo distinto a lo que ocurre con el cine que este director nos ha regalado últimamente, lleno de metáforas, referencias oníricas y grandes pausas en el metraje, todo ello puede verse reflejado en películas como la anteriormente mencionada El árbol de la vida.