Todos hemos soñado alguna vez con encontrar al amor de nuestra vida en el transporte público. En una estación, en un vagón, en un autobús. Una idea que puede asaltarnos en cualquier momento, cuando observamos que la mujer de al lado está leyendo nuestro libro favorito, que el chico de enfrente lleva una camiseta del grupo que estás escuchando en tus cascos en ese mismo momento o que el hombre que está tocando la guitarra tiene una voz deliciosa. Soñar no está de más, y saborear la situación durante ocho minutos y medio es la mejor forma de suplir una idea tan romántica como esta.
Ocho minutos y medio de la mano de Álvaro Fernández Armero. Un reparto breve, compartido entre Ariadna Gil y Coque Malla (al que pertenece también la música del corto), capaz de evitar el vacío y llenar de emoción la duración de El Columpio. Con un joven y concienzudo guión desarrollado en los pensamientos de cada uno de los coprotagonistas, nos situamos en una vacía estación de metro, concretamente en Ciudad Universitaria (Madrid). Él se queja de la dificultad de ellas; Ella de la soledad. Personajes tan cercanos y naturales que sorprenden y acercan al espectador la identificación y la esperanza de evadir la ficción y vivir una situación como tal en la realidad. Ambos caen en la cuenta de que no están solos, y la estación se convierte en el escenario perfecto para crear dos historias paralelas que, en un principio, acabarían en una sola.
Además de conseguir una docena de premios – nacionales e internacionales, entre ellos el Goya al Mejor Cortometraje de Ficción en el 92 -, El Columpio es de esas películas que va más allá. Cualquiera que haya soñado con vivir una situación del estilo, convertirá este cortometraje sin duda en uno de los imprescindibles de su filmoteca.
Es más, El Columpio tuvo tal acogida que, a pesar de su primer trabajo reconocido, abrió las puertas del mundo cinematográfico al director madrileño. Desde entonces, Ariadna Gil y Coque Malla, entonces apenas conocidos, pasarían a formar parte del reparto habitual del realizador en sus posteriores películas. La voz en off - base del cortometraje -, el escenario madrileño y la cercanía de sus argumentos son también las herramientas más particulares de sus películas posteriores. Un corto que sembraría el precedente de la posterior carrera del cineasta, que destaca con películas como Todo es Mentira (1994) con una jovencísima Penélope Cruz, El Arte de morir (2000) con un reconocido reparto en el que destaca Fele Martínez o Por ser como eres (2010), una comedia de apenas cuatro minutos interpretada por Alexandra Jiménez y José Sánchez Orosa.
En suma, un precedente de la brillante carrera de Álvaro Fernández Armero. Un trabajo siempre social, noventero, madrileño y cercano al público.
Fotos y vídeo del cuerpo del artículo: alvarofernandezarmero