Carmen Chacón parte hacia la isla de Elba

Repliegue táctico creo que lo llaman en el mundo militar. Cuando no puedes seguir avanzando y mantener tu posición es una pérdida de tiempo y de recursos porque estás expuesto al fuego enemigo, es mejor quitarse de en medio. Hacer tiempo creo que lo llaman en el mundo civil. Es hora de tener paciencia, seguir barajando las cartas hasta que te salga una buena mano y esperar que la hecatombe que se puede producir mientras observas no te salpique mucho. Una vez que se disipe el humo alguien tiene que contar los cadáveres amigos -que como decía Churchill son los mayores enemigos en política- y recoger la bandera para liderar el nuevo proyecto rindiendo homenajes a los caídos sobre los que te aupaste para conseguir tu fin último: el poder. Eso es la política: no hacerse mucho daño esperando que los compañeros se lo hagan más.

A eso quizás esté jugando Carmen Chacón con su renuncia al escaño en el Parlamento y su partida a una universidad en Miami. Como no pudo acceder al liderazgo del PSOE porque perdió contra Rubalcaba en último congreso socialista, mantenerse a descubierto en este instante no es muy productivo para los intereses de la ex ministra. Y más ahora que su partido el PSC se ha hecho nacionalista -o eso creen o eso dicen o eso quieren- y donde quedarse a dar explicaciones sería una erosión diaria

Miami no es un mal sitio para hibernar. Incluso podría ser bueno si lo que se espera es que vengan a buscarte como a Napoleón antes de su destierro definitivo para acaudillar el imperio de los cien días. Lo peligroso de esta estrategia es que quizás, cuando se disipe el polvo de la demolición, ya no haya nada que reconstruir porque todo sea un solar. El próximo año, año del mantra de los 300 años, de las cadenas humanas todos juntos de la mano y de las consultas soberanistas, hay que dar la cara se quiera o no. Poner tierra de por medio con la excusa de impartir clases cuando quieres ser una líder política quizás le pase una factura tan alta que sea la definitiva, la que le obligue a declararse insolvente y dar por concluida su vida pública. La política de las estrategias, de los tejemanejes, de las tácticas tiene estas servidumbres que no tendría la política de las ideas porque defender una idea es más sencillo: Estos son mis principios, no hay más, y con ellos voy a las elecciones.

Me ha venido a la cabeza un verso de un poeta pamplonés, Francisco Javier Echávarri, que lo resume mejor que yo: “Sabido era que un día iba a perderte, como aquella última partida de ajedrez, donde hice malos movimientos desde el principio”. Mueven rojas y pierden, o ganan, como en los pasatiempos de ajedrez en los periódicos de antes. La solución en el próximo número.

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