'Backbeat', el fugaz sol de la beatlemanía
Stephen Dorff y Sheryl Lee, reflejo del amor cristalino (Foto: base).

Cuatro nombres, cuatro voces, cuatro caras. Cuatro leyendas. Y Stuart Sutcliffe... 

Corría la década de los 50. John Lennon, joven, creativo y soñador, decidió crear una banda de rock. ¿Por qué no? Empezaba a estar de moda. Para ello contó con su gran amigo, Stuart Sutcliffe. Stu era una persona distinta a John, pero a la vez similar. Dos almas gemelas separadas por un muro de diferencias. Lennon era desgarbado, atrevido pero titubeante, en cierto modo... inseguro. Mientras, Sutcliffe era sereno, confiado, elegante, poco extravagante. Se unieron como el sol y la luna y de ellos salió el mayor firmamento de estrellas que la música nos ha brindado. Sin embargo, como astros divergentes, finalmente cada uno se vio obligado a seguir sus propios pasos. La luz de Stu, encogiendo el corazón de John, se apagó a sus 21 años. Antes de eso, no dudó en amar y vivir su sueño.

En 1994, Iain Softley decidió llevar la historia de Stu a la gran pantalla. Stephen Dorff, joven actor norteamericano, fue el encargado de darle vida a una de las almas más rupturistas del siglo XX. Año 1960, Hamburgo. Una pequeña banda llamada "The Beatles", busca el reconocimiento fuera de su país tras alcanzar cierto éxito en Liverpool. John Lennon, Paul McCartney, Stuart Sutcliffe, George Harrison, Pete Best. Nombres, de momento, sólo nombres. Detrás de ellos, genios, mentes innovadoras, vanguardistas, enloquecidamente cuerdas. Pero diferentes. Las mismas causas que diez años después llevarían a la ruptura definitiva de la banda, provocaron que en 1961 Stuart Sutcliffe abandonase el grupo. Diferencias creativas, variedades vocacionales...

"En la calle se comenta que el fuego de tu corazón se ha apagado", John Lennon

Sutcliffe conoció al amor de su vida en Hamburgo. Astrid Kirchherr (interpretada por Sheryl Lee, a la que conoceréis por haber encarnado a la clásica Laura Palmer en 'Twin Peaks'). Una joven alemana, con el cabello dorado como un río áureo, y los ojos tan azules como un lago una tarde de verano. Tal grado de belleza fue el que Stu avistó desde debajo de sus habituales gafas de sol, mientras tocaba con The Beatles en el Indra Club. A partir de ese momento, su personalidad cambió. Dicen que cuando te enamoras tu pasado se evapora para dar paso a un futuro diferente, con un color renovado. El caso de Sutcliffe fue radical. La llegada de Kirchherr a su vida produjo un giro de 360 grados en ella. John Lennon (interpretado por el inglés Ian Hart), su amigo y confidente, fue el primero en discernir. Sin embargo, los ojos cegados del amor no contemplan la realidad... O la amplían. 

Astrid Kirchherr mostró a Stuart Sutcliffe cuál era su verdadera vocación. Poco cómodo con el bajo entre sus brazos, Stu descubrió en la pintura un nuevo camino vital, una nueva vía de expresión y de escape. The Beatles y Sutcliffe separaron sus caminos... para no volver a cruzarlos. El 10 de abril de 1962, Sutcliffe se desvanecía en su casa de Hamburgo, en las manos de Astrid. Las lágrimas de John desgarraron corazones alrededor de toda la esfera terrestre. Una estrella fugaz, la más brillante que el firmamento había jamás divisado... se esfumaba. Como el viento entre el pelo, como la arena entre los dedos. Como el agua que fluye entre las rocas. Stuart Sutcliffe quizá no grabó su nombre en la historia de la música, pero, sin duda, sí lo hizo en millones de corazones. El "quinto Beatle" nunca apagará su llama.

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