Éste es el título de su nuevo disco, que muestra una imagen que choca con la realidad actual, donde parece que ser bueno es una imposibilidad y que la bondad se ha vuelto algo complicado de realizar, tan difícil que no utilizamos ni la palabra. A pesar de ello, el artista no quiere perder de vista ese ideal, convirtiendo su nuevo trabajo en una oda al optimismo para unos tiempos más bien pesimistas.
Ha querido centrar su música en el hombre de a pie, en un héroe anónimo que se dedica a seguir adelante, un hombre-muro, que resiste cada golpe que la sociedad le da. Un homenaje a todas esas personas que están sufriendo unas circunstancias terribles a todos los niveles, económicos, sanitarios, culturales y a pesar de ello sonríen y continúan esperando que todo salga bien, sin dejar de ser buenas y honestas. Algo digno de admiración a lo que el mismo Jairo Zavala le ha otorgado una bella canción.
Quizás debamos entender que la euforia y el entusiasmo o la desilusión y la tristeza son dos caras de la misma moneda, que no pueden existir la una sin la otra y que además, ambas nos definen, sobre todo nuestra forma de afrontar tanto penas como alegrías.
Demasiadas emociones y unas circunstancias que inducen al lado negativo, pero no debemos dejarnos llevar por el pesimismo y como ese “hombre bueno” aprender a mantenernos a flote, como náufragos en el mar, pues antes de encontrar tierra debemos sobrevivir a la tormenta. La situación actual, sin adentrarnos en el incierto y extraño mundo de la política hoy tan contaminada, conocemos la triste realidad y los extremos a los que este mundo se está dirigiendo, sabemos lo oscuro que se torna e cielo, pero existe una grieta, a la que siempre podremos aferrarnos, y ese pedazo de tierra es la utopía. Como en este caso hace el autor, que reconoce que aunque sea una quimera de nuestra imaginación, es un resquicio lo suficientemente fuerte como para mantenernos en pie y hacernos caminar.