Últimamente está muy de moda la frase “todos los políticos son iguales”. Y es que el descrédito de los políticos llega al límite de considerarlo, según un Barómetro del CIS, como un problema para la ciudadanía -según esto, más del 75 por ciento de los encuestados ve mal o muy mal la situación política-. Sin embargo, esa manida frase parece librarnos al común de los mortales de toda responsabilidad política.
Otra de las frases de moda y con la que no estoy de acuerdo es que tenemos los políticos que nos merecemos. Si bien es cierto que al escuchar algunas de sus declaraciones, ver algunas de sus actuaciones o levantarnos prácticamente a diario con un nuevo caso de corrupción ayuda a reforzar este pensamiento, acomodarnos en esa idea no ayudará a que esto cambie. Estas afirmaciones no nos libran a los ciudadanos de una cierta responsabilidad, por lo que no debemos lavarnos las manos y no afrontar la realidad: la democracia no consiste únicamente en depositar un voto en una urna. Si bien es cierto que creo que la ausencia de una cierta cultura política o democrática deriva en estas malas prácticas, la falta de unas instituciones capaces de controlar los desmanes de nuestros representantes es fundamentalmente responsable de lo que está ocurriendo.
Actualmente está en proceso una Ley de transparencia que, a mi juicio, creo que será insuficiente. Es necesario hacer que la ley de financiación de partidos sea menos opaca, así como una administración pública menos politizada (los partidos pueden elegir muchos de los cargos de manera arbitraria, dando pie a la colocación de amigos y familiares, que deriva en prácticas caciquiles), endurecer las condenas por estos delitos y evitar que prescriban tan pronto como ocurre actualmente. Estas son sólo algunas ideas.
Me gustaría acabar con una frase de un famoso politólogo italiano, Giovanni Sartori, que define la política como "el 'hacer' del hombre que, más que ningún otro, afecta e involucra a todos".