Portugal está viviendo una de las crisis más graves de su historia. Sumido en una profunda depresión económica, el número de ciudadanos desempleados crece hasta llegar a su máximo histórico, decenas de miles de jóvenes con gran preparación académica tienen que emigrar por falta de oportunidades laborales, los autónomos se arruinan, cierran la mayor parte de los pequeños comercios, el índice de pobreza aumenta sin descanso día tras día, los hospitales recortan servicios y parte de la población no tiene dinero para comer. La situación es crítica.
A esto, hay que sumarle la crisis política. Solamente un año después de la elección del conservador Passos Coelho como primer ministro, las medidas de ajustes y recortes impuestas por la troika (Comisión Europea, Banco Central Europeo y FMI) están acabando con la paciencia de los portugueses. Las disputas entre los principales partidos políticos culpabilizándose de la situación hacen aumentar la crispación ciudadana. Las manifestaciones son cada día mayores, tanto en número como en seguimiento. La sociedad no puede, ni quiere, pagar los platos rotos de una situación que no provocaron.
El descontento llegó a su punto más álgido el pasado día 15. Mientras Pedro Passos Coelho comparecía en la Asamblea de la República sobre el Consejo Europeo, una treintena de personas se pusieron de pie en las gradas del público y comenzaron a cantar el Grândola, Vila Morena, un tema de José Zeca Afonso, detonante de la Revolución de los Claveles de 1974, y que se convirtió en un símbolo de la libertad y democracia portuguesa. El silencio fue absoluto durante unos segundos. Mientras las fuerzas de seguridad desalojaban del graderío a los protestantes, simpatizantes del movimiento Que se lixe a troika, una sonrisa apareció en el rostro de Passos Coelho, mientras sus ojos mostraban preocupación por saber más que nunca que el pueblo estaba en su contra. Este cántico volvió a escucharse en varias comparecencias de ministros.
Los gritos e insultos de indignación hacia los políticos se tornaron en canto. Cada comparecencia de miembros del Gobierno fue silenciada con este himno. La importancia de esta canción es una de las claves para entender la magnitud de esta protesta. El 29 de marzo de 1974, la melodía de estos versos cerró un espectáculo de Amalia Rodrigues en Lisboa, al que asistieron varios militantes del Movimiento de las Fuerzas Armadas. En la noche del 25 de abril de ese año, el programa de radio Límite emitió el Grândola, Vila Morena, dando de esta forma la señal para dar comienzo a la Revolución de los Claveles que acabaría con la dictadura de Salazar y daría la libertad al pueblo portugués. Además, sus versos demuestran el carácter soberano del pueblo con frases como "o povo é quem mais ordena" (el pueblo es quien más ordena) o "terra da fraternidade" (tierra de la fraternidad). Y por ese mismo significado fue utilizada de nuevo.
Que se lixe a troika volvió a convocar una nueva manifestación, que se celebrará este sábado 2 de marzo, que se prevée que sea la protesta más multitudinaria desde hace décadas. Al pueblo portugués se le acabó la paciencia, ya no quiere más medidas desde Europa. Ninguna sociedad democrática, sea cual sea el color de su bandera, debe permitir ceder ni un ápice de su soberanía. Ni por el bien de la democracia, ni por la mejor de la economía, ni por evitar cualquier tipo de crisis. Porque mientras dure esta cesión, ese pueblo perderá la libertad y todos los derechos por los que un día luchó. Algo inadmisible y que se debe intentar recuperar alzando la voz. Porque el pueblo es quien más ordena.