En el barrio de La Florida, en la calle Renclusa un pequeño dotado de una sensibilidad especial para los sones y ritmos sollozantes del alma, crece alimentado por una nostalgia cantada. La autenticidad del barrio se intuye en su chispeante mirada, pues en Cataluña, en un rinconcito de Hospitalet de Llobregat, un niño se bebe las músicas e historias que le cuentan sobre payos y gitanos, una convivencia que se viste de fiesta en las ursaonenses calles de Sta. Ana, Caldenegros y la Farfana.

Hijo de padres andaluces emigrados a Cataluña son requiebros y recuerdos de Osuna, de una Andalucía de paredes blancas sobre las que se revela el gran misterio del llanto y la risa en la garganta. Una guitarra hace brotar sus sentimientos con una cuerda que le desgarra el alma, mientras la danza de busto moreno expresa decires agudos y glosas del pueblo cantadas.

Pues de negras penas, azules alegrías y luminosas mañanas, es la música de Antonio, poeta y rockero de pulsaciones flamencas para el que el barrio lo es todo y se desangra por un lapicero y su guitarra. Lo suyo es genético, su Tío José Ferrón Torres, quebraba una voz sumergida en el cante jondo, mientras Antonio Orozco padre, le acompañaba a las palmas. El veneno quedó definitivamente inoculado en un viaje de retorno a sus raíces, a la piel del barrio de Triana, donde al borde del Guadalquivir, en el gálibo infinito de un puente bañado por el duende, un joven de quince años escuchó tocar a unos chicos en la calle Betis e identificó en su genética, el tuétano del flamenco, hondo trinar del alma.

Y con una guitarra nueva como vehículo de las ideas y la palabra, su garganta quemó los navíos de la emociones en los bares de su pueblo, pagando por una compleja pasión por la que apostó a todo o nada. Desde aquel día el sentir de Antonio se nutre de papeles en los bolsillos, maletas, y fundas de guitarras, fiel reflejo de una autenticidad que no se compra en un rastro sino que se porta desde siempre, como esencia propia de un artista que lleva consigo el quejío y la elegancia.

Para Antonio la palabra puede ser verdugo y la guitarra brocal de pozo sin alma, pero cuando el verbo nace de la boca de las musas, susurrando armonías como el mar sobre la arena, la música es barquilla de sentimientos que rasgan las olas hacia un rumbo y horizonte de expresión plena. Son los pensamientos impresos de una vida entregada a la creatividad, canciones eternas, emociones empapadas de vivencias de un artista y alfarero de la música, la palabra. De un tipo comprometido con los temas sociales, cuyas letras no solo traspasan corazones sino que agujerean conciencias. Solidario que quiso vivir y contar una realidad cada día más compleja de ocultar, aquella que nos cantó junto a Yossou N’Dour en su disco “Cadizfornia”, donde nos mostró el atroz olvido del capitalismo para con la llamada de auxilio de África.

Ese es Antonio Orozco, esos son sus “Diez” años en la música, el dibujo de una cera derretida sobre el eterno girar del reloj en su primer trabajo, "Un reloj y una vela", el abrumador éxito de "Semilla del Silencio" y su inolvidable “Devuélveme la vida”. "El Principio del Comienzo" y "Edición Tour 05" con "Cadizfornia" en la línea azul del horizonte de Punta Paloma, en Tarifa (Cádiz), donde los duendes se posan sobre su casa, que es mar para las gaviotas. Por ello su música de inspiraciones azules en una burbuja de calma, pues como nos demostró en "Renovatio", Orozco es reinvento, riesgo y nuevos comienzos.

Influencias musicales sobre una raíz inalterable y sello “Único”, su último trabajo, en el que a la ya conocida calidad artística y técnica del cantante, se suma ahora un perfil escénico e interpretativo, que convierte un concierto en una obra sonora, visual y escénica, que hace de la música teatro, de la voz cine y del sonido espectáculo. Sus más de medio millón de discos vendidos en su carrera, sus más de mil conciertos con el reconocimiento de la crítica y la entrega de su público a su calidad artística y técnica, no han bastado. Antonio es un inconformista y jamás se detendrá hasta que no nos muestre todo lo que lleva dentro. De ahí esta gira de sello "Único" con la que recorrerá España por las candilejas de la vida, pentagramas de emociones y reguero de sal que nos conduce a la emoción del cine y la cercanía escénica del teatro.

Porque Orozco, su autenticidad, su duende y su música, siguen siendo los incesantes sueños de aquel niño de barrio que con quince años decidió que los armónicos de su vida discurrían por las bajas cuerdas del flamenco, y los ángulos únicos de su guitarra. Pues son sus canciones maravillosos preámbulos de lo que le queda por crear y nos aguarda a todos los que le seguimos: un espectáculo cercano y “Único”, pura magia.