Por el puerto de Roquetas una voz limpia rasga la brisa de la mañana, pues de la Córdoba paya el compás de una niña de once años disfraza de elegancia los 52 palos del flamenco, mientras la cadente voz de los poetas que surge de su mágica garganta, produce el bamboleo de las olas que hace bailar a las barcas. Y a bordo del trono del arte, que es una silla de nea, Jeniffer Jessica Martínez Fernández, cordobesa paya de alma hindú, giros arabescos y rencarnación gitana, fusiona con el mar almeriense trece verdades y una música sin fronteras.
Pues la “Niña del Puerto” como flamenca guerrera, acumula quimera tras quimera en cada estrofa, cada son y cada canción. Una niña cordobesa que de manos de Nieves Camacho a los cinco años descubrió que la hondura del flamenco y el sonido de una guitarra le traspasaban el corazón. Y aquella que fue del Puerto y, ahora es India, bella y universal, se enredó en nuestros sueños cuando con Azulejos de lunares te oímos por primera vez cantar. Desde entonces nuestros desvelos cancelan sus anhelos en el timbre de tu maravillosa voz, aquella que en tu Despertar, en la voz de un marinero nombraste a tu querido abuelo, ser al que jamás olvidarás.
Esa que hoy entre granaínas, bulerías, tientos, tarantos y tarantas, tu voz educada nos quiere contar y cantar que en ese delicioso timbre y bello color, se dibuja el aroma de tu gran verdad. Una verdad dibujada en trece canciones que llegan con la Luna Nueva que se llevó nuestras penas, con Las voces del viento, un canto de fe, Mil lágrimas y un lienzo donde los corazones cantan y bailan con los giros arabescos de Khedni Maak. Como un Sueño con la marea, con el poniente callado y el levante ventoso de un barco de coplas que navega alegre al son de una brisa marinera. Con Nombres de mujer, los moraos de las lirios, los dolores de las lolas e historias como la de Manuela, que tras Vencer al amor, y quimera tras quimera, piensa que el camino, Que más da. Pues con Te voy a Amar, con la calma que se viste el alma, aquella que Solo Tú conoces, Seré tu decimotercera verdad.
Y es que aquellos Noventa minutos, que permanecerán vívidos en la orilla de nuestros recuerdos no bastan para conocer a India Martínez, el más fresco y limpio sonido del buen gusto, la fusión del arte, el duende, la música y tu amor, que dicen es de acuarela, cante flamenco y azahar.