"La vida era eso": la fragilidad de la mujer orquesta
Anna Castillo en "La vida era eso" / Cartel oficial de la película

El vertiginoso paso del tiempo da luz a hábitos sociales obsoletos. El diálogo entre generaciones revela las transformaciones intrínsecas que sacuden el entramado social. “La vida era eso”, la ópera prima de David Martín de los Santos trata efectivamente del encuentro entre dos mujeres que pertenecen a épocas distintas y con diferentes formas de ver el mundo.

Las dos protagonistas, María y Verónica, que encarnan Petra Martínez (La mala educación, La que se avecina) y Anna Castillo (Viaje al cuarto de una madre, Arde Madrid) respectivamente, se tropiezan bajo el paradigma de un destino común que desencadena un arco evolutivo de reflexión personal, el leit motiv de la película. 

Verónica y María / Fuente: Filmaffinity
María y Verónica / Fuente: Filmaffinity

Lo interesante es que el peso dramático se sustenta en el viaje de descubrimiento personal de Verónica, en un intento de esbozar la posibilidad de cambio en una persona que ha vivido toda su vida bajo unos preceptos sociales muy marcados. Se trata de esa generación de mujeres que se han visto criadas en el arte de servir a los demás. Aquellas mujeres a las que se les ha privado vivir libremente en virtud de la vieja concepción de la mujer como fiel servidora y ama de casa que debe cuidar de los demás hasta el punto de privarse de sus propios deseos. La conocida como "mujer orquesta" que ha sido educada desde su infancia en el valor de la feminidad y la maternidad a costa de sí misma. Por eso cuando la hogareña Verónica conoce a María, una joven moderna y alocada con un pasado de inmigración común se abre para Verónica todo un nuevo universo de experiencias y oportunidades al que nunca pensó que tuviera acceso. Es por eso que decide embarcarse en un viaje a Cabo de Gata, a sus orígenes, donde recupera parte de su verdadera personalidad, tiene un amorío, se evade, se desliga de su forzado compromiso familiar y por primera vez se siente libre. 

Por tanto, es muy significativo el gran trabajo de la actriz Petra Martínez por saber encarnar todas las vicisitudes de un personaje en conflicto, que evoluciona y que al final de la película ya no es capaz de volver a pensar en sí misma de forma pasiva, convirtiéndose así en la protagonista de su propia historia. De hecho, su papel ha sido galardonado por el premio a la Mejor Actriz del Festival de Cine de Sevilla.

Imagen del rodaje / Fuente: FilmStar
Imagen del rodaje / Fuente: FilmStar

Por su parte, el resto del equipo artístico se mantiene en la nota como parte fundamental de este drama íntimo. Un drama que descansa sobre un guion muy cuidado, que carga con gran parte de las directrices artísticas de la película. De hecho, en su mayoría el peso visual se desplaza ante la mayor presencia de la actuación y el diálogo entre personajes. Debido a eso en algunas ocasiones se echa de menos una composición más meticulosa. No obstante, es especialmente interesante el hecho de que el director no quisiera despejar todas las dudas narrativas durante el transcurso de la historia, dejando gran parte de la interpretación al espectador. 

En definitiva, “La vida era eso” cumple con las expectativas y se estrena en el Festival de Cine de Sevilla con un éxito rotundo tanto por la profundidad de su historia como por la viveza de sus personajes, ganando no sólo el premio a Mejor Actriz sino también el premio ASECAN (Asociación de Escritoras y Escritores Cinematográficos de Andalucía) a la mejor película de la Sección Oficial. En concreto, el jurado de ASECAN, formado por Arturo Andújar, Ignacio Ortega y Manuel Sayalonga, acordó otorgar el premio a la película, “por la sinceridad e intensidad con que afronta el alto contenido emocional de esta historia de anhelos y deseos, donde se funden la amistad y el amor”.

 

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