El Teatro Bellas Artes acogió el pasado 18 de mayo una obra que recupera la figura de Clara Campoamor, mujer que luchó incansablemente por el voto de las mujeres en 1931 y que pagó un alto precio por esta causa. La función buscaba homenajear a la activista que murió hace ya 50 años en el exilio en Suiza.
Campoamor es una de las grandes olvidadas de la historia española. Si bien cada ocho de marzo vemos su imagen en pancartas y es una referente para miles de mujeres, ¿cuántos de nosotros sabemos realmente lo que hizo por el país?
En la segunda república, en un ambiente hostil para las mujeres, Clara dio un paso al frente y se presentó a las elecciones. Por aquel entonces las mujeres no podían votar, pero sí ser elegidas para debatir en la cámara. Ella y Victoria Kent fueron las dos primeras mujeres diputadas de la historia de nuestro país. Mientras que la segunda defendía que las mujeres no estaban listas para poder votar y tomar decisiones políticas que marcarían el rumbo de la República, Campoamor tenía un discurso férreo sobre la necesidad de equiparar los derechos sin distinciones de género y abogó siempre por la igualdad.
La obra, dirigida por Mario Hernández y protagonizada por Irene Coloma, José Fernández, Elena Rey y el propio Mario Hernández, estuvo llena de contrastes: momentos cómicos, discursos incómodos y escenas emocionantes que hicieron vibrar al público. La sencillez e intimidad de la puesta en escena y la calidad interpretativa de los actores tuvo mucho que ver. Los actores y actrices lograron crear un clima de respeto y sensibilidad que pocas veces se vive en el teatro. Los espectadores teníamos el corazón encogido.
El pasado 18 de mayo, en el Teatro Bellas Artes, se pudo experimentar un viaje a través de la vida de Clara Campoamor. Todos los presentes vivimos un baño de realidad y descubrimos la gran deuda que tenemos con un personaje histórico de la talla de Madame Campoamor, alguien que, estando en el ojo del huracán y teniendo a toda una sociedad en contra, consiguió el sufragio femenino en España y, a pesar de este hito político, murió años después sola en el exilio.
Está bastante claro que no nos merecemos a Clara Campoamor y es muy destacable que una obra consiga transmitir su importancia y mensaje a través del teatro.
Ojalá se hiciesen más homenajes a la mujer que tiñó España de violeta por primera vez. Ella es el principio de mucho de lo que estamos viviendo ahora.