Hay películas que parecen creadas con el piloto automático y sin ganas de aportar nada nuevo, solo con el propósito de hacer taquilla. Teniendo todos estos factores en cuenta, algunas de estas cintas logran engancharnos pese a que sepamos todo lo que va a pasar en ella y no tenga ningún argumento potente. Este es el caso de "Greenland: El último refugio", dirigida por Ric Roman Waugh, experto en este tipo de largometrajes como ha demostrado con "Objetivo: Washington D.C." (2019) o "El mensajero" (2013).

En "Greenland: El último refugio", sus protagonistas (encabezados por Gerard Butler, Morena Baccarin y Roger Dale Floyd) tendrán que emprender un peligroso viaje para protegerse de la llegada del asteroide más grande de la historia, que amenaza con eliminar todo rastro de vida.

Desde el comienzo de su metraje, "Greenland: El último refugio" muestra de manera muy clara sus intenciones: ser una disaster movie efectiva con grandes escenas de acción y cargada de adrenalina. El largometraje presenta cartas muy conocidas por todos: una familia disfuncional pasándolo fatal, dispuesta a dar lo mejor de ellas mismas y con multitud de conflictos que al final terminan por resolverse. Todo esto el espectador lo conoce, pero es tan entretenido todo lo que ocurre que al espectador no le importará.

Sin olvidar su parte de "película de catástrofes", "Greenland: El último refugio", decide centrarse en desarrollar a sus personajes y la relación entre padre-madre-hijo, con unas actuaciones demasiado entregadas teniendo en cuenta la naturaleza del filme. El resultado termina siendo 119 minutos de puro entretenimiento, con dos partes muy diferenciadas y con el suficiente interés para no defraudar a un espectador que verá sus objetivos más que cumplidos.