Nadie podría haber asegurado hace 12 años, con la salida de su primer disco, homónimo, a un grupo de jóvenes músicos que triunfarían en la música. Ahora, en el mes de septiembre del caótico 2020 que se está viviendo en nuestro mundo imperfecto, Sidecars lanza su sexto álbum de estudio, y es mucho más que un simple "Ruido de fondo".

Durante cerca de diez meses, la banda compuesta por Juancho, Ruly y Dr. Gerbass, se vio inmersa en el proceso de grabación del disco, en Estudio Uno. A las riendas, el habitual en la música de los madrileños, Nigel Walker, triple ganador del Grammy, y un experto en pop-rock.

Al presentar "Cuestión de gravedad", definían el LP como "el más conceptual de todos nuestros discos". Con su nuevo trabajo, van un paso más allá, con composiciones más directas, con una historia propia en cada canción, sin buscar ese sentido global del anterior álbum.

Juancho Conejo, vocalista y compositor, considera que las letras de "Ruido de Fondo" son las más redondas que ha realizado hasta la fecha. El frontman ha realizado una profunda introspección, para dar el paso a abrirse un poco más en sus canciones.

El álbum es una montaña rusa de emociones, desde lo más hondo a la exaltación más absoluta. Ellos dicen que presentan una "batalla entre la esperanza y el miedo" en este disco, "con las ganas de vivir como combustible, pero mirando de reojo."

Y acerca del miedo de lo que trata todo el LP. El miedo es, para el letrista, un tema acertado sobre el que escribir, puesto que todo el mundo tiene temores en el interior. De ahí el nombre del disco, "Ruido de fondo", que describe lo que es, propiamente, el miedo.

Las letras son divididas por ellos entre las que hablan de pánicos endémicos de Juancho, y las que hablan de terrores ajenos. Musicalmente, en una primera escucha se aprecian perfectamente las canciones más rockeras, y las más pausadas.

Análisis canción por canción

El álbum abre con el que fue el primer single, "Mundo Imperfecto". Una alabanza cañera y pegadiza, a una mujer admirada por Juancho. La letra es una carta de presentación a lo que vendrá después, lanzar la voz al cielo y plantarle cara al pánico por lo que pueda, o no, ocurrir. "No apagues esa luz prendida, ni cedas al tercer intento", reza el tema, sin nada más que añadir.

Sigue "Garabatos", otra de las composiciones dedicadas para personas ajenas al grupo. El teclado es esencial en la melodía, llevando todo el peso, mientras la batería lo acompaña hasta llegar a una explosión de todos los instrumentos. Destaca también la presencia del bajo de Gerbass al llegar al puente de la canción, con un, como ellos mismos dirían, rollazo impresionante.

"Si salieras de tu realidad y lo vieras como los demás, ojalá pudieras ser testigo", canta Juancho, en una balada pop-rock, una conversación directa con su interlocutor, pidiendo paciencia y brindando su ayuda.

Mucho más animada es "Galaxia", con una integración coral de toda la banda. Juancho habla en primera persona de una relación, "miénteme a la cara, y dime que no es nada", reprocha. Una de las letras más irónicas y referenciales del trabajo, versos en cierto modo picarescos con una alegoría de ciencia-ficción continua.

"Detrás de los focos" es una rendición, fruto de la introspección del cantante en la composición de estas canciones. "Demasiado preocupado por estar a la altura", confiesa al llegar al estribillo, clave en la estructura del tema. Rompe por completo el tempo llevado en las estrofas, más pausado, más intimista. Mientras explica sus taras y miedos, narra su relación con la persona a la que se las cuenta, agradecido y arrepentido a partes iguales, para acabar el tema por todo lo alto.

Y tras esta rendición se llega al segundo single, "La noche en calma". Onírica y sumamente pausada, el tema ofrece lo que anuncian sus versos, "esta nana trasnochada". El tema es la humilde forma del compositor de tranquilizar por la noche a alguien, quizá a la persona protagonista de las anteriores letras. "Si el viento azota tu ventana, puedo trasnochar contigo", promete Juancho.

Esta canción es una de las más diferentes y arriesgadas del disco. Con una duración mucho más extensa que el resto, de algo más de cinco minutos, la manera en la que todos los ingredientes de este cóctel se mezclan hace que se sienta cada nota hasta el final.

Pero muy distinta es "Golpe de suerte", con un Ruly protagonista a la batería. Se nota la mano de Nigel Walker, gracias a la sonoridad de rock dosmilero que desprende toda la composición. "Me quedan cien motivos, y apenas nada que contar", se escucha en esta canción también muy personal.

Si en las composiciones que hablan de otros, se escuchan palabras alentadoras; en las que Juancho habla de sus propios miedos se ve una rendición constante. No hace falta un gran análisis para saber que la letra es su desahogo durante el periodo de composición, durante aquellos momentos en los que la inspiración flaquea.

Quizá es este el motivo de la rabia en su voz, del sentimiento desbordante que se aprecia en la grabación."Mi mundo ya no quiere girar", ese verso puede resumirlo todo.

"Looping Star" es, de alguna manera, la canción más orgánica de "Ruido de fondo". El bajo de Gerbass pierde protagonismo en la primera parte del tema, ganado por la guitarra del líder de la banda. En compensación, un espectacular solo es llevado a cabo por este, al acercarse el final de la canción.

Irónico y apagado, aunque chulesco y airado. Así es el tono de los versos. Sin abandonar la redención, con referencias a su propia historia, "subí en aquel fuego cruzado, y no sé dónde bajar", la canción supone un final a esos miedos, aunque no de la forma más luminosa.

"Vivo condenado a cantar la verdad", canta Conejo, que se compara con Jekyll y Mr. Hyde, "a veces aterrorizado y otras muchas Superman". El mensaje es complejamente claro, la música da lo mejor y lo peor, pero es necesaria en su vida. Aunque quiera ver su mundo parar, "dame vueltas, si me sueltas, ya verás", confiesa.

"Quién sabe" sigue la estela de su predecesora. El miedo a caer en el olvido o llegar a la cima, la contraposición y las dobles caras que conlleva la música. Angie Sánchez acompaña a Juancho en otro tema muy desprovisto, con la guitarra y el teclado en un tercer plano. Desde el principio hasta el final, dejarse de llevar es la intención de la canción.

"Ruido de fondo" recupera el tono más cañero, más grasiento de Sidecars. "Si yo no respondo, y tú no preguntas nunca más: Adiós, nos queda sitio aquí para los dos", canta el vocalista. La rendición no llega para él con la música, sino con una relación tortuosa que ahora prefiere olvidar, dejándose llevar por la razón y no por el corazón.

Ruly y su batería llevan el peso de la canción, seguido por el resto de los instrumentos, en un totum revolutum musical que en directo será, sin duda alguna, uno de los platos fuertes de la gira de este álbum.

"Noches de guardia" es el telón de fondo en otra conversación del letrista con uno de los interlocutores presentes en su nuevo trabajo. Palabras de aliento y de apoyo dirigidas a la otra parte de una relación, jurando cuidarla y protegerla incluso cuando todo explote, sin represalias. "Mejor morirte de gusto que envejecer con las ganas, mejor coger el impulso si el viento aviva las llamas", aconseja en el tema.

Y con "Voyeur" se acabó lo que se daba. Otro tema rockero, que pone punto y final a las dudas y miedos que acompañan al madrileño durante todo el camino desde "Mundo Imperfecto". "Soy un Voyeur del presente, desde la puerta de atrás", dice con sarna Juancho, y a quién no le guste, que no lo escuche.

Pero a quién la encante Sidecars, puede estar tranquilo. Pronto habrá una gira de teatros, que pretenden alargar hasta finales de 2021. En un formato al que están acostumbrados, la banda promete música y buenas sensaciones, demostrando, una vez más, que nadie mueve sus principios ni raíces.