Una década ha pasado desde que Katy Perry entraba en las radios de todo el mundo con uno de las obras históricas del pop: “Teenage Dream”.

Perry empezaba en 2001 con su primer disco: “Katy Hudson”. La primera vez que se grabó su voz fue cantando música contemporánea cristiana, de dónde venían sus raíces. Nada que ver con el pop o el pop rock atrevido y sexy con el que una década después se dio a conocer al mundo bajo el nombre artístico de Katy Perry. Saltó a la fama nacional y rozó la internacional con “One Of The Boys”, más rock que pop, con temas como “Hot n’ Cold” o “I Kissed A Girl”. Sin embargo, su éxito completo fue con la llegada de “Teenage Dream” al mercado,

El disco tuvo cuatro nominaciones a los Grammy en 2011 y de él, se extrajeron ocho videoclips: “California Gurls”, “Teenage Dream”, “Firework”, “E.T”, “Part Of Me”, “Last Friday Night (T.G.I.F)”, “The One That Got Away” y “Wide Awake”. Fue la época dorada de la californiana a nivel profesional: Premios, nominaciones, récords Guinnes, apariciones en series televisivas o películas, billones de visualizaciones en Youtube, singles convertidos en himnos y bandas sonoras…

Todo fueron éxitos para el exterior durante los tres años que duró la época “Teenage Dream”. Pero, en el interior, en la vida privada y sentimental, Katy Perry se desmoronaba.

Su matrimonio con el actor y locutor Russell Brand convirtió todo el mundo de color de rosa en el que vivía en pura oscuridad. Catorce meses después de la boda, Brand dejó a Perry en un mensaje de texto minutos antes de uno de sus conciertos dentro de la gira del disco, momento que se recoge en el documental “Katy Perry: Part Of Me”. Más tarde, se embarcó en una relación de año y medio con el cantautor John Mayer, y también fracasó.

Pero, de los malos momentos se aprenden, y Katy Perry decidió convertir todo aquello en “Prism”, el segundo disco que la mantuvo en la nube de la fama. Llegó a cantar en el descanso de la Super Bowl y con, “Dark Horse”, canción con la que intentó seguir la fórmula de “California Gurls”, volvió al punto álgido de su carrera.

Diez años después de “Teenage Dream”, Katy Perry empieza su sexta etapa en su carrera con un motivo para volver a sonreír.

“SMILE”, el disco que le devuelve la sonrisa a Katy Perry

El sexto álbum de la cantante californiana nace con un único motivo: un viaje hacia la luz tras un periodo de oscuridad.

Tras el fin de la era “Prism”, Perry decidió arriesgar. Entre 2017 y 2018, la cantante decidió dar un volantazo a su carrera presentando su primer disco experimental: “Witness”. La jugada no le salió para nada bien. El cambio al electropop, dance y el EDM en su música no sentó bien a críticos ni a gran parte de sus fans. Las ventas fueron muy por debajo de las expectativas, y, más allá del famoso “Swish Swish”, ninguna canción permaneció en las radios o en las listas de éxitos.

Este disco fue el inicio de un periodo de tormentas en su vida. Su relación con el actor Orlando Bloom desembocó en una crisis (muy felizmente superada ahora con el nacimiento de Daisy Dove), y la caída de Katy Perry de lo más alto de su carrera, llevaron a la artista al borde del suicidio. De esta etapa, Perry ha sacado el impulso y las ganas para componer “Smile”, un disco lleno de mensajes de empoderamiento, superación de los miedos y uno mismo y de aprendizaje de los errores.

Entrando ya en el análisis, quizás “Smile” cuenta mucho más con su diseño gráfico o letras que con su sonido.

La portada tuvo controversia el día de su descubrimiento al mundo: el diseño fue tachado de simple por muchos internautas, que presentaron otras propuestas la cantante y que ella acogió encantada como otras posibles portadas. En la portada presentada, Perry se representa a sí misma como un payaso, tras las críticas y burlas que recibió por su anterior disco, y la contraposición entre la tristeza de su rostro y la sonrisa que forma el nombre de su disco, manda un mensaje: “Soy un payaso triste que quiere la sonrisa de vuelta” .

Todas las portadas de Smile | Fuente: Twitter dylan19m

Katy ha decidió volver a la carretera del pop con “Smile” pero con una progresión más lenta desde el dance y electropop de “Witness”. Es por ello por lo que, a nivel de sonido, no es nada del otro mundo. Es simplemente una transición en la que ha decidido darle más importancia a la historia y a las letras que a la música en sí. No obstante, muchos coinciden en que si este disco fuera propiedad de la actual reina del dancepop, Dua Lipa, otro gallo cantaría.

El disco contiene por el momento cuatro singles. Esta etapa comenzó con “Never Really Over” hace más de un año, un tema que por fin devolvía a su sonido el pop. Luego coqueteó de nuevo con lo exótico y diferente con “Harleys in Hawaii”, pareciendo que volvía a desencaminarse. Pero, con la llegada de “Daisies” este 2020, Katy Perry volvía con la misma fórmula y fuerza que en “Roar” y con rumbo al estrellato del pop. Con el último single, “Smile”, Katy Perry presentó finalmente su temática circense con un estribillo pegadizo y funky que ha dado paso al resto de canciones.

“Smile” no es un disco que parezca que vaya a devolver a la californiana al punto más alto de su carrera, pero sí que sus seguidores más fieles se sienten satisfechos y, por el camino, ha recuperado a muchos que desaparecieron en la etapa “Witness”. Simplemente, Katy Perry quería volver a sonreír y quería hacerlo con la música. Y por fin lo ha conseguido.

De entre todas las canciones, la balada con toque country-folk “What Makes A Woman” como cierre ha sido la elección perfecta. Todo un mensaje feminista que devuelve por fin la guitarra eléctrica al sonido de Katy Perry y que finaliza con una frase como guinda del pastel: “There it is, Katheryn” (“Ahí está, Katheryn”). A sí misma, Katy se demuestra que ha vuelto con una sonrisa y que, en la música, está su razón de ser.