El tablero de las próximas elecciones presidenciales de Estados Unidos empieza a completarse. El pasado 11 de agosto se hizo pública la apuesta del Partido Demócrata para ocupar la vicepresidencia del Ejecutivo estadounidense: la senadora y exfiscal general de California Kamala Harris. Así lo anunció el candidato Joe Biden: “Tengo el gran honor de anunciar que elegí a Kamala Harris, una combatiente intrépida a favor de los más débiles y una de las mejores servidoras que tiene este país”.
Al día siguiente se celebró la presentación oficial de la candidata a la vicepresidencia, en la que Harris destacó la importancia de la victoria demócrata para “la reconstrucción del país” por encima del hecho de “ganar a Donald Trump y Mike Pence”. “Estamos en un momento crucial. Todo lo que queremos está en juego. Vivimos la peor crisis sanitaria del siglo. La nefasta gestión del presidente nos ha llevado a la peor crisis económica desde la Gran Depresión. Estamos sufriendo los embates de una crisis racial. Este país necesita liderazgo”, afirmó Harris en su intervención. Por su parte, el candidato Biden, que fue vicepresidente durante el mandato de Barack Obama, declaró que “Kamala es brillante, es dura, tiene experiencia y es una luchadora nata”, a lo que añadió que “muchas niñas en la nación, especialmente niñas afroamericanas, se podrán ver reflejadas en ella”. Biden también se acordó de su rival Donald Trump: “Dice que es repugnante y malvada. Todos sabemos que Trump tiene un problema con las mujeres fuertes”.
La realidad es que el actual presidente norteamericano dedicó bastantes apelativos a la senadora después de conocer su nombramiento. En su conferencia diaria sobre la situación sanitaria Trump aseveró que Harris “es la más mala, la más horrible, la más irrespetuosa de todos en el Senado”. También agregó que la exfiscal general de California fue “extraordinariamente desagradable” con el magistrado del Tribunal Supremo Brett Kavanaugh durante las audiencias para su confirmación en el puesto, según El Español.
Kamala Harris es una afroamericana de 55 años graduada en Ciencias políticas y Economía en Howard University. Sus progenitores son Donald Harris, inmigrante jamaicano que trabaja como profesor emérito de Económicas de la Universidad de Stanford, y la científica endocrinóloga Shyamala Gopalan. Fue rival de Biden en las primarias presidenciales del Partido Demócrata; en el primer debate le atacó por haberse opuesto a una política federal de integración racial en las escuelas en los años 70; sin embargo, Harris y Biden se encuentran estrechamente relacionados por la amistad que unió a la senadora con el fallecido hijo del candidato demócrata, Beau, en el momento en que ambos ocupaban el cargo de fiscal general, Harris en el estado de California y él en el estado de Delaware, según cuenta viveUsa.
Según el diario El País, fue en el año 2004 cuando Harris se convirtió en fiscal de distrito de San Francisco, lo que la puso en el foco mediático como la primera fiscal de distrito negra del estado de California. En la campaña por ocupar ese puesto se vivió una auténtica lucha encarnizada entre Harris y Terence Hallin, quien había sido su jefe en la Fiscalía de San Francisco, en la que aparecieron ataques personales y acusaciones de corrupción. Harris presentó una candidatura en la que defendió que ser “blando con el crimen” no es progresista, una tesis que la llevó al éxito, el cual se acrecentó en 2011, cuando se convirtió en la primera fiscal general negra de California tras una ajustada victoria.
Según RTVE, la elección de Kamala Harris no ha gustado en el ala más progresista del Partido Demócrata, quienes consideran que en su etapa como fiscal general fue especialmente dura en su persecución de crímenes menores, que afectan especialmente a las comunidades de color. David Barker, profesor de Ciencias políticas en la American University en Washington, reconoció que “algunos, especialmente entre los jóvenes negros, la ven como parte del problema, no como la solución”. Es cierto que el historial de Harris dentro del ámbito judicial cuenta con episodios polémicos, tal y como indica La FM: en la campaña de 2004 defendió la reducción de penas mínimas, pero más tarde se opuso a esta medida; en 2015 decidió no posicionarse sobre un proyecto de ley destinado a hacer investigaciones independientes de casos con “uso de fuerza mortal” por parte de la policía; además, en San Francisco fue criticada por su decisión de enjuiciar a padres de niños que faltaran a la escuela con demasiada frecuencia, una medida que suele afectar a las familias de minorías étnicas.
No obstante, la posición de Joe Biden dentro del Partido Demócrata siempre se ha entendido como moderada, por lo que su decisión no representó una sorpresa para nadie, y más cuando las protestas raciales se han convertido en un verdadero eje de campaña que Harris puede manejar a la perfección conjugando profesionalidad, emotividad y experiencia humana en unas elecciones a las que el coronavirus les ha aportado una incertidumbre que parecía que se había disipado. Si los demócratas son capaces de capitalizar la situación y si el nombramiento de Kamala Harris ha sido acertado lo sabremos tras la jornada electoral del 3 de noviembre.