Ayer, domingo 12 de junio, tuvieron lugar las primeras elecciones post-coronavirus en nuestro país. Se tratan de las elecciones autonómicas en Galicia y País Vasco, previstas para el pasado 3 de abril y pospuestas a causa de la crisis del COVID-19. En Europa sí existen precedentes de los que extraer algunas conclusiones como la baja participación en las elecciones municipales francesas del 28 de junio, donde la abstención llegó a alcanzar el 59,5%.

La campaña se ha desarrollado con cierta normalidad, manteniendo estrictas medidas sanitarias y realizándose la mayoría de los actos en espacios abiertos. En la jornada electoral tampoco se pueden resaltar grandes novedades más allá de más colegios habilitados y uso obligatorio de la mascarilla. Cabe a destacar la prohibición de votar en Ordizia (Guipúzcoa) y en A Mariña (Lugo) a aquellas personas positivo en coronavirus ,para garantizar la salud pública.

Galicia

A primera hora del domingo empezaron a llegar los datos de participación, sorprendentemente, los datos aumentaron un 0,46%, pasando del 42,5% obtenido en 2016 al 42,96%.  Otro aspecto llamativo es el aumento del 80% del voto por correo que puede deberse al periodo vacacional y al miedo por el contagio de la enfermedad.

A medida que la noche iba avanzando comenzaron a llegar los primeros sondeos de la televisión pública gallega (TVG), estos ponían en peligro la mayoría absoluta del partido popular, situada en 38 escaños, otorgando a los de Feijóo una horquilla de entre 37 y 40. Esta misma encuesta adelantó la subida del Bloque Nacionalista Galego (BNG) y no se aventuró a dejar fuera a Galicia en Común del parlamento gallego, asignándole 2 escaños.

Una vez realizado todo el escrutinio, los populares gallegos confirmaron su mayoría absoluta con 42 escaños, uno más que en 2016. El BNG, logró posicionar a Ana Pontón como líder de la oposición en Galicia acaparando ese espacio de izquierdas que antes ocupaba Podemos y sus confluencias. El Partido Socialista se mantuvo en sus 14 escaños de 2016 siendo la tercera y última fuerza en la comunidad autónoma. Unidas Podemos, separados de las mareas, no logra que ninguno de sus diputados ocupe un asiento en el parlamento.

Con estos resultados, se refuerza el liderazgo de Feijóo, que en todo momento ha marcado una estrategia distinta a la de Génova 13. En estos momentos Galicia es, junto a Extremadura y Castilla la Mancha, ambas de gobiernos socialistas, una de las tres únicas comunidades en España gobernadas en mayoría absoluta. Por lo tanto, el parlamento gallego se compone únicamente de tres partidos, PP, BNG y PSOE, igual que en 1997, tiempos de Manuel Fraga, Xosé Manuel Beiras y Abel Caballero.

País Vasco

A lo que a participación se refiere, los datos en Euskadi no se asemejan a los de Galicia. En este caso un descenso del 8,36% sitúan estas elecciones como las elecciones vascas con mayor abstención de la democracia. También conviene mencionar que el voto por correo ha aumentado un 130% respecto a comicios anteriores.

A la par que lo hacía la televisión gallega, la EITB hacía pública su encuesta, dando la victoria al PNV, pero alejada de la mayoría absoluta que añoran los nacionalistas y que les permitiese gobernar en solitario. Tal y como después ocurrió, se anunció un segundo puesto para EH Bildu seguido de los socialistas vascos y de Elkarrekin Podemos, la marca vasca del partido de Iglesias.

Minutos después de las 21:00 llegaron los primeros resultados desde Vitoria y la tendencia continuó siendo la marcada en los sondeos. El Partido Nacionalista Vasco pasó de los 28 escaños del 25S a 32 los que le proporciona una mayoría más holgada en caso de reeditar el pacto de la anterior legislatura. Tal y como hemos visto en Galicia, la tendencia de que los nacionalismos de izquierdas aumenten su apoyo también ocurre en el País Vasco, manteniendo a los abertzales en segunda posición, pero esta vez con 4 escaños más que en 2016.

 PSOE y Elkarrekin Podemos cambian sus papeles con 10 y 6 escaños respectivamente, a diferencia de los 9 y 11 de septiembre de 2016. Carlos Iturgaiz, el candidato de la nueva marca PP+Cs cosechó un resultado que les convierte en la sexta fuerza de la cámara con 5 parlamentarios, de los cuales 4 pertenecen los populares y uno al partido de Inés Arrimadas. La sorpresa de la noche fue sin duda la de VOX, quienes consiguieron poner por primera vez un pie en le parlamento con un diputado por Álava, tierra natal de Santiago Abascal.

Previsiblemente, nacionalistas vascos y socialistas repetirán el pacto con el que gobernaban la legislatura anterior, aunque esta vez entre ellos dos sí que se logra mayoría absoluta. El gobierno en Euskadi puede ser una condición para apoyo a los Presupuestos Generales del Estado para los cuales con imprescindibles los votos del PNV.

Con todos los datos expuestos anteriormente podemos llegar a la conclusión de que ninguna de las dos comunidades ha querido cambiar el gobierno que tenía antes del COVID. Ni la crisis del Zaldibar ha derrotado a Urkullu, ni la bajada del PP a nivel nacional ha podido con Feijóo. Los ciudadanos de ambas tierras han reflejado claramente en las urnas quien quieren que le gobierne la próxima legislatura. Se podría decir que tanto Galicia como País Vasco vuelven a “la vieja normalidad.”