El domingo vascos y gallegos salen a votar. A priori parecen no ser unas elecciones muy apetecibles. Julio, verano, los sondeos no apuntan a que vayan a ser muy competitivas, y para más inri los últimos rebrotes hacen cuestionar la responsabilidad de celebrar ambas elecciones. No obstante, como toda elección, podemos dilucidar algunas claves a tener en cuenta.

Galicia

En Galicia nos encontramos a un PPdeG con una proyección de distribución parlamentaria de suma cero (o ganan todo o lo pierden todo). Si Feijóo no consigue apuntalar su cuarta mayoría absoluta, lo hará la izquierda. Sus socios naturales-Cs y a lo sumo Vox-no apuntan a pasar el corte electoral del 5%, por lo que Feijóo solo puede contar con sus votos y con ni uno más a la hora de conformar la mayoría.

Los principales sondeos apuntan a que la Covid ha aumentado las posibilidades de que Feijóo apuntale su mayoría. Las horquillas de las que disponía previo a la crisis eran de 36-39 (la mayoría se encuentra en 38 escaños). Por tanto, sus posibilidades de mayoría oscilaban en torno al 50%. En cambio, los últimos sondeos apuntan a que esta horquilla ha aumentado a 39-42. Esto significa que, en el peor escenario, es decir, el de 39 escaños, Feijóo seguiría otros cuatro años más en la Xunta.

La lucha en el bloque de la izquierda sí que está competido. La tendencia al alza del BNG de Pontón hace que las posibilidades del “sorpasso” al PSdeG sean reales. El BNG de carácter nacionalista bebe del trasvase de votos de la más que probable hecatombe de En Marea.

Este formato electoral de campaña ha beneficiado sin duda al candidato Feijóo. La fuerte implantación territorial de la marca popular gallega sumado a la ventaja de disponer de los mecanismos institucionales de la Xunta para movilizar a un electorado expuesto a la abstención, han facilitado a imponer la agenda Feijóo en una campaña lejana de mítines vibrantes.

Su gran escollo resultó en no caer en la trampa de compartir tiquet electoral junto a Cs. Como describe en un ilustrante artículo el politólogo Lluis Orriols, en la arena gallega la unión con Cs era contraproducente para los intereses electorales del presidente de la Xunta. En política 1+1 no suelen ser 2, y una coalición con Cs hubiese hecho discurrir la campaña en clave más nacional, lo que hubiese alejado del cálculo popular al votante más transversal en términos identitarios.

País Vasco

En Euskadi la correlación de fuerzas es ligeramente distinta. Salvo sorpresa, el PNV aumentará más aún su ventaja como partido hegemónico en País Vasco. El CIS preelectoral y los trasvases de votos demuestran su condición de partido “atrapalotodo” ya que no solo obtendría votos del PSE (un 7%) sino que donde más daño haría sería en el trasvase de votos provenientes del PP y Cs (10% y 20% respectivamente). A la hora de elegir socios para conformar el nuevo gobierno, repetir la coalición con el PSE es lo más probable en estos momentos para los peneuvistas.

En el arco de la derecha la coalición PP+Cs parece fracasar en las encuestas-algo que era de esperar-ya que la precipitada salida de Alfonso Alonso y el difícil papel que suelen jugar estos últimos partidos en Euskadi complica un resultado decente para ellos. Las perspectivas electorales anterior a la Covid ya eran bajas, y desde Madrid Casado consideró interesante sacrificar estas elecciones a cambio de comenzar el proceso de absorción de Cs.

Las izquierdas parecen no sumar, y aún sumando, se proyecta con dificultad una coalición de izquierdas mal denominada “progresista”. Ante la debacle de Las Mareas en Galicia y el discreto resultado que proyectan las encuestas para Podemos Euskadi, han orientado la campaña en promocionar desesperadamente una coalición de los tres partidos de izquierda en País Vasco, dando el Gobierno Vasco a la izquierda abertzale Bildu. El problema de esta ecuación-aparte de los números-es que el PSE vería con muy malos ojos participar de un mismo ejecutivo que Bildu.

Los rebrotes, la abstención y las implicaciones a nivel nacional

El rebrote en A Mariña y su reciente confinamiento es algo de lo que estar al tanto. El clima de desconfianza sanitaria con rebrotes puede hacer que aumente aún más la abstención.

En principio, niveles altos de abstención beneficia a los partidos que tienen votantes con un marcado perfil ideológico. En Galicia, BNG podría beneficiarse ligeramente, y en País Vasco lo puede hacer Bildu. De todas formas, no hay precedentes de elecciones celebradas en situaciones como las actuales, por lo que estas últimas predicciones carecen de tanta solidez. Los casos más recientes de comicios en tiempos de Covid son las municipales francesas del pasado domingo. La abstención rondó el 60%. Para que se hagan una idea, los datos de participación de las últimas elecciones gallegas y vascas fueron del 54% y 60% respectivamente. Veremos el papel que juegan las juntas electorales en el caso de que la participación sea extremadamente baja.

Por último, otra cuestión relevante a formular es la resaca de la jornada electoral y sus implicaciones a nivel nacional.                            En el caso del PSOE, parece pasar sin pena ni gloria. En Galicia las condiciones no son favorables para ellos, y la opción de arrebatar la cuarta mayoría a Feijóo es reducida en estos momentos. En País Vasco pueden replicar su participación en el nuevo ejecutivo que se forme, manteniendo el statu quo anterior. 

Para Casado (PP) la situación es distinta. En Galicia, en el caso de que Feijóo apuntale su mayoría, la victoria será de Feijóo, y Pablo Casado no podrá reivindicar en exceso su triunfo. Solo falta ver los carteles electorales durante la campaña del presidente de la Xunta, en los que la marca PP brilla por su ausencia. Feijóo ha conseguido modular el PPdeG a una plataforma personalista, marcando distancia con Vox, y alejada de las directrices de Génova. En País Vasco los resultados apuntan a ser bastante malos, y en ese caso si que se atribuirá responsabilidades a Casado, ya que la decisión de apartar a Alfonso Alonso fue suya y de su equipo. 

VOX parece no superar los cortes electorales, sin embargo, se especula sobre su voto oculto no representado los sondeos.

Unidas Podemos puede sufrir un golpe muy fuerte. En Galicia, Las Mareas están luchando por pasar el corte del 5% y no caer en la desaparición parlamentaria. En Euskadi, la principal apuesta de conformar un frente de izquierdas roza lo imposible, por lo que difícilmente conformarían el renovado gobierno. El capital político de Iglesias podría erosionarse aún más en una semana complicada y controvertida por el caso Dina y la polémica de los ataques a la prensa. Por último, para los de Arrimadas (Cs) estos comicios son un mero mal trago que pasar, donde parten con expectativas muy bajas ya que son conscientes que su proyecto “constitucionalista” no cala en regiones como la vasca o la gallega donde el sesgo identitario y regionalista está muy asentado.