Tras una acusación grave por parte del vicepresidente Iglesias (UP) a Espinosa de los Monteros (VOX) sobre el deseo de la formación de este último por propinar un golpe de Estado, Patxi López, dirigente socialista, y presidente de la Comisión de la Reconstrucción, espetó las siguientes palabras: "Si en algún momento podemos demostrar para que sirve la política, es este, y de entender para que estamos aquí, si no, es que no servimos para nada".
El coste de oportunidad de cada decisión política en la coyuntura actual es elevado. Los retos que tiene España en el horizonte son de un profundo calado, por tanto, descalibrar la mirilla en el orden de preferencias puede acarrear consigo un sinfín de repercusiones perjudiciales. Lejos de la realidad, estas últimas semanas parlamentarias se ha presenciado con sopor y desgana el cruce de ataques improductivos y vacíos de contenido. Introducir en la agenda prioritaria asuntos tales como la desmilitarización de la GC, el cuestionamiento del sistema monárquico, las acusaciones de terrorista a miembros familiares, o introducir conceptos simplistas como "social-comunistas", no hacen más que intoxicar y embarrar el terreno de las ideas, la negociación, la deliberación y el consenso.
Europa mira a España con preocupación. Las distintas fuerzas políticas deben cooperar, para entre otras cosas, diseñar un plan de asignación productivo de los fondos europeos, con el propósito de que vayan destinados a proteger y potenciar asuntos fundamentales como la sanidad, la investigación, la economía verde, o la digitalización. También lo deben hacer para incluir mecanismos ex-ante de evaluación de las políticas públicas que se diseñen, con el fin de medir su efectividad. O para plantear si se necesitará tomar prestado dinero del MEDE, diseñar un plan para los potenciales recortes que vengan, y un largo etcétera. Estos son entre otros los grandes debates encima de la mesa para España. Sin embargo, si la oferta política es un cruce de bombardeos entre los echeniques y las olonas, se pagará el esfuerzo inútil por los debates estériles.