Allá por 1992, se batían a duelo electoral el demócrata Bill Clinton y el republicano George H.W. Bush. Bush llegaba a la recta final de la campaña en una posición muy sólida. Su acertada política exterior con la Guerra del Golfo Pérsico y el fin de la Guerra Fría fue reflejada en la opinión pública, alcanzando hasta el 90% de aceptación, según varios sondeos. Bill Clinton remaba a contracorriente, y su asesor de campaña, James Carville, encontró una manera de revertir la situación. Entre otros mensajes, como aquellos basados en ser la alternativa, o el refuerzo del sistema de salud, elevó un eslogan muy particular: “La economía, estúpido”. Sin duda funcionó, para que entre otros motivos, pudiese revertir la desfavorable correlación de fuerzas de su candidato. Bill Clinton terminó ganando esas elecciones.
Traigo esto a colación para relacionarlo con la situación política norteamericana actual. La gestión sanitaria de Donald Trump está dejando mucho que desear. Menoscabar las recomendaciones científicas para afrontar la política sanitaria es “la nueva normalidad” del ejecutivo. Por ello, el interés de defender la gestión política de la Covid-19 se ha relevado a un segundo plano. Ha sido sustituido por la construcción de un relato, capaz de ser utilizado en lo que queda de campaña, hasta noviembre, si el virus lo permite. Este relato es identificable. Un análisis publicado esta semana en el New York Times, examina todas las palabras (más de 260,000) pronunciadas por el presidente Donald Trump desde el 9 de marzo, fecha que comienzan sus intervenciones diarias para tratar la Covid-19. Entre las declaraciones más recurrentes, se encuentran exageraciones, falsedades, acusaciones a otros, auto felicitaciones, y, por último, apelaciones a la unidad nacional.
Habemus un relato
La imputación de responsabilidades a actores ajenos como la Organización Mundial de la Salud (OMS), los congresistas demócratas que defiendan medidas sanitarias más severas, o China, utilizando expresiones como “el virus chino”, es y será la constante política de Donald Trump en las próximas semanas. Alejar el foco de la pandemia, para colocarlo en el ojo ajeno, parece ser la tónica de la campaña republicana hasta nuevo aviso. A esto se le sumaría un discurso polarizador, tribal, de Us vs Them, como desarrolla Ian Bremmer en su libro “Us vs. Them: The Failure of Globalism”.
Donald Trump parece haber sustituido lo que Bill Clinton trataba como las cuestiones cotidianas, por su propio storytelling. Vivimos tiempos extraños, sin duda. Tiempos en los que parece que los hechos no importan, mientras sepas configurar un relato que consiga movilizar a "los nuestros” frente a “ellos”, o en ciertos casos, desmovilizar a “ellos” para sobre representar a "los nuestros”. En tanto que forjes un relato convincente que encaje en la polarizada sociedad norteamericana, podrás vencer. El éxito, provendrá del nivel de aceptación de la sociedad norteamericana por este discurso. Mientras tanto, Donald Trump parece haber elegido un camino, porque para él, “es el relato, estúpido”.