Andrés Suárez es música y magia. Es la voz que lleva en el acento un trocito de su tierra, de esa Galicia de fantasía, de su esencia, de aquel lugar del que se está enamorado aun sin siquiera haberlo visitado.
El cantautor lleva una larga carrera musical a sus espaldas. De sus 37 años, 17 han estado marcados por la música. En redes sociales está siempre rindiendo homenaje a sus maestros y a sus ejemplos a seguir: Serrat, Sabina, Robe… Y, mientras tanto, Andrés se está labrando a sí mismo el título de maestro.
Después de cuatro años de rodar por los escenarios sin estreno alguno, el gallego presentó el pasado 24 de enero "Despiértame" el que sería el primer adelanto de su próximo álbum: “Andrés Suárez”. Después llegaron “No diré” y “Nina”, dos más de las diez canciones que conforman el trabajo más personal del cantautor gallego.
Sin embargo, el estreno de este disco, que estaba programado para el 27 de marzo, tuvo que ser pospuesto a causa de la crisis del COVID-19 y, con él, la gira que daría vida a sus canciones. Por ello, Andrés se pasó por Música VAVEL para contarnos un poco sobre su confinamiento, su estado anímico y la situación de su música en el panorama actual de desconcierto.
· Hay días en los que llorar es necesario
Andrés se mostró emotivo y se sinceró acerca de la repercusión del confinamiento en el mundo de la cultura: “Vamos a ser los últimos en salir de las casas”, haciendo énfasis en que la salida tomaría un largo tiempo. “Ahora estoy más o menos bien. Esa gilipollez de que todo el mundo tiene que estar bien, arriba, tal… Hay días en los que tienes que llorar, tienes que sentir miedo, pánico, vértigo…”. El gallego dejó caer también su preocupación sobre el mundo en que él trabaja: la cultura y la música.
· La música como salvavidas
“Mira, no hay nadie más antipantalla que yo; detesto la pantalla. Ya, cuando antes del confinamiento se hacían estas movidas, yo decía “Pero tío, yo quiero tocar”. Yo soy de contacto físico”, confesaba Andrés respecto a sus directos de Instagram. Aun así, dio una oportunidad al festival “Yo Me Quedo En Casa” y ofreció un concierto de media hora a través de su Instagram. “Es extremadamente frío, duro y triste. Todavía hay gente que te dice que el futuro son los conciertos on-line. ¡Váyase usted al carajo!”, opinó el cantante.
A pesar de todo, el cantautor contó que, al acabar el concierto, recibió unos 200 mensajes de gente en hospitales, con respiradores, que escuchaban su música. “Gente que me decía que se enganchaba a la vida y que tiraba para adelante por oír media hora de canciones”. “¿A mí qué me cuesta ponerme a cantar y saber que la gente durante ese tiempo se olvida del bicho?”, confesaba emocionado el gallego. “Evidentemente, una canción no te va a salvar”, “pero, ¿te imaginas esto sin la cultura?”; defendía Andrés.
· Un intento de bondad
Hablando del retraso del estreno de su disco, Andrés aseguró que, aunque duda de la veracidad del aumento de la bondad en el mundo, tomó la decisión de posponer “Andrés Suárez”, su disco, en un intento de ser buena persona. “Tratando de ser buena persona, en un ejercicio de cambio, trato de dejar de mirarme el ombligo y de lamerme las heridas. El golpe económico al que estoy expuesto es incalculable”, expresó el cantautor.
Sin embargo, hizo después énfasis en la preocupación por su equipo, porque de él dependen más de quince personas. “Es que no soy yo. Yo tengo un técnico de luces, tengo un técnico de sonido, alquilo tres furgonetas, habitaciones de hotel, catering… Y puedo seguir. Eso es un concierto mío”, explicó. Lloró de impotencia al tener que posponer la salida de su disco, como confesó, aunque pensó “Para un momento. El que está a mi lado está mucho más jodido que yo y a lo mejor tiene dos o tres hijos”. Andrés mostró también su compasión por todos los demás sectores de la industria, como la hostelería; aunque defendió el optimismo y el humor como la mejor arma contra este gran golpe, como bien demuestra cada día en sus redes sociales. “Piensa que vamos a salir. No sé cuándo, pero vamos a salir”. “Cuando haya una libertad absoluta, creo que va a haber 16 conciertos al día”, “Pienso en eso y me da fuerzas”, expresaba Andrés entre sonrisas y emoción.
· El más doloroso de sus diez pedacitos
Como un padre que no puede elegir entre sus hijos, a Andrés se le hizo difícil escoger, de entre las canciones de su disco, la que más le hace sentir, la que más le costó escribir. “Es mi primer disco homónimo porque son diez pedazos de mí que me costaron todo escribirlas. O sea, ya sea una canción luminosa, como “Nina”, una historia de amor, sexual, de una noche que recordaré siempre; o “Despiértame” que es dolor puro. A lo mejor la que más me costó fue “Despiértame” por eso, porque fueron dos meses horribles de conocer la toxicidad, el amor tóxico, las personas tóxicas… Que yo no sabía lo que era.”, confesó, para luego sincerarse y asegurar que “describir la toxicidad, duele”. “La vida es muy maravillosa como para perderla con gente que no vale la pena”, reflexionaba Andrés al pensar en la situación que se está viviendo a día de hoy.
Adelantó, además, el cese de la gran competitividad que había en el mundo de la música y que ello podría conllevar la aparición de algún que otro artista en sus canciones venideras, aunque no dejó nada claro. “Entendimos por fin que la música es unión, colaboración y nunca competitividad ni a ver quién gana”.
· “Familia”
La música es capaz de unir a miles de desconocidos que no saben los unos de los otros bajo el techo de una melodía o de una letra que remueve algo por dentro. Son muchos los que se sienten identificados con los temas de Andrés, y por ello confesó el gallego que los llama “familia”. “Evidentemente, no somos familia. No somos ni amigos. Algunos somos conocidos de bares; pero permítanme la confianza y los modos al dirigirme a ellos por familia, porque están al otro lado de mis historias y ante eso hay una unión. No tiene por qué ser confianza. Es una unión, es algo místico…”. Afirmó después que, al cantar “Benijo” o “Rosa y Manuel”, llora entre recuerdos y que la conexión que se forma con la gente que llora también en sus casas al escucharlas es “casi familiar”.
· Un compañero sonoro
“Creo que no soy mejor que nadie, ni siento más que nadie”, opinaba el cantautor al preguntarle sobre lo que cree que aporta su música a quien la escucha. Aclaró, después, que él no es más sensible que cualquier otra persona: “Cuento historias cotidianas que creo que están cargadas de verdad; porque la verdad es el amor, el desamor, un canto a la amistad, un canto a la desamistad…”. Acto seguido, Andrés expresaba que la gente, según cree, puede encontrar en él “un compañero sonoro que tal vez le haga más amena una parte del camino”.
Así, lleno de humildad y sencillez, pero no por ello de vulgaridad, se despedía Andrés, después de una conversación llena del calor propio de una reunión de amigos.